Capítulo 32

Sigilosamente abrió la puerta, entró en silencio y cerró la puerta tras de sí. Miró al cuarto asegurándose de no haber despertado a nadie, y le buscó con la mirada.

Se había quedado hablando por el cel con él hasta que se aseguró de que estaba dormido; había intentado dormir, pero no pudo. Por eso estaba ahora ahí.

Sonrió casi de forma inconsciente al verle, y como si caminase sobre algodones se acercó a él.

Se agachó, quedando de cuclillas, y apoyó los bracitos sobre su cama, mirándole en silencio se mordió el labio.

-¿Cómo podés ser tan lindo? ¿y cómo puedo quererte tanto? –susurró más bien pensando en alto

Deslizó una de sus manos por su mejilla, subiéndola hasta su pelo, haciéndole rulitos. Después, se acercó con suma lentitud, y dejó un tierno beso sobre sus labios.

Peter arrugó los labios, y poco a poco fue entreabriendo sus ojos. Se llevó una manita hasta estos, y después la bajó a su boca para tapar aquel bostezo. Una vez que clavó su mirada en la de ella, no pudo evitar sonreir

-Si es un sueño, no me quiero despertar

Con aquella misma sonrisa en sus labios, se estiró un poco, aun más dormido que despierto, como si posta estuviese en un sueño, se giró quedándose de espaldas a ella. Con una mano bajo la almohada, dónde tenía apoyada su cara, y la otra en el mismo sitio pero arriba de esta, volvió a cerrar los ojos dispuesto a seguir en aquel sueño.

Lali sonrió, y se incorporó. Se abrió hueco entre las sábanas y se introdujo en la cama, detrás de él, tumbándose de lado. Tiró de las sábanas tapándose bien tanto a ella como a él. Después, deslizó las manitas y le abrazó por la espalda; hundió su cara en su cuello, y comenzó a dejarle un caminito de besos por este, mientras sus manos se movían sobre su pecho.

Peter se mordió el labio, sin poder evitar una sonrisa en estos. Ni siquiera abrió los ojos, solo llevó su mano hasta la de ella, y entrelazó sus dedos con los de ella, apretándola con algo de fuerza.

-¿Cómo estás? –preguntó ella

-Si te digo que mal, ¿te quedarás a dormir conmigo?

-Y… -sonrió dejando unos segundos de suspense, como si lo pensase –a menos que me eches, no pienso irme –dejó otro beso en su cuello, que hizo que él suspirase -¿me vas a echar?

Peter, bastante colgado, negó con la cabeza, sin verse ni siquiera capaz de pronunciar palabra; eso la hizo sonreír. Le abrazó con algo más de fuerza, y volvió con todos aquellos besitos.

-¿Cada vez que esté mal va a venir esto? Porque mirá que si es así… -sonrió con diversión girando la cabeza para mirarla, pero un beso sobre sus labios hizo que no pudiese terminar

Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios, antes de tomar los de ella en un beso más profundo, pero tierno. Se giró, quedando frente pro frente a ella para poder besarla mejor. Un brazo de ella se enredó por su cuello, y sus dedos se deslizaron por su pelo; con la otra mano acarició su pecho. Él hizo lo mismo; con una mano acarició su pelo, enredando sus dedos por sus mechones, mientras la otra, que comenzó a abrazarla más contra él con fuerza, poco a poco se fue deslizando por su cuerpo en forma de caricias, mientras aquel beso se intensificaba.

-Me muero por hacerte el amor –susurró separándose lo justo de ella para poder hablar y mirarla

Lali se paralizó al escucharle, y su mirada se clavó en sus profundos ojos verdes; quiso contestar, muchas cosas se le pasaron por la cabeza, pero una vez más, se bloqueó.

-Se que no es el momento ni el lugar; pero cuando ese momento llegue, cuando vos estés lista para que llegue, sea cuando sea, te prometo que va a ser increíble, inolvidable y mágico –sonrió con ternura, y depositó un beso en sus labios, antes de abrazarla de nuevo

Lali hundió su cara en su pecho, rodeándole con los brazos, con fuerza.

-¿Me lo prometés?

-¿Qué cosa?

-Que va a ser así, y que me vas a esperar, que me vas a cuidar, y que después todo va a seguir igual

-Prometido –la rodeó con sus brazos, apoyando su cabeza sobre la suya y cerrando los ojos –menos la última

-¿Qué?

-Que nada va a seguir igual, porque después de eso me enamoraré más aun de vos, y no podré evitar dejarte ni parpadear sin haberte dado un beso –comentó con diversión dejando un beso sobre su cabeza

-Estás loco

-Vos sos la loca, y la que me vuelve loco a mi; ¿cómo vas a venir a colarte en el cuarto de los chicos, despertarme y hacerme esto? Si te pillan aquí se te caerá el pelo, sabelo, ¿segura que no te arrepentís y querés volver a tu cuarto?

-Nah, que me pillen, merece la pena cualquier castigo si puedo dormir con vos, abrazarte, besarte, mimarte –sonrió, siguiendo al pie de la letra cada cosa que le decía, abrazándole, dándole besos y moviendo las manitas con caricias; sin ni siquiera abrir los ojos, notando como cada vez el sueño iba pudiendo más y más con ella.

Merecía la pena todo, cualquier cosa, castigo, reprimenda merecía la pena, si nada más despertarse lo primero que veía era a ella, durmiendo como un ángel abrazada a él. Daban ganas de congelar el tiempo, el momento, y quedarse en él para siempre. No sabía en qué momento Lali Espósito había entrado tan de golpe en su vida, y se había abierto paso en su corazón adueñándose de él, pero lo había hecho, y había cerrado con llave por dentro, pues sabía que por nada del mundo podría salir ya de este, y por nada del mundo dejaría que se fuese de su vida.

Peter se despertó bastante temprano, los chicos aun dormían; a pesar de que habían dicho que Benjamín estaba bien, y que no había cargos contra él, hasta sus propios amigos le miraban mal, con desconfianza, a penas le hablaban, y sabía cuando cuchicheaban sobre él. Cuando se levantó, fue a la cafetería, y después le llevó el desayuno a la cama, a Lali.

-Voy a darme una ducha –dijo él, con ella sentada sobre sus piernas, abrazándola, viéndola desayunar, y comiendo lo que ella le obligaba cuando directamente se lo metía en la boca

-Nah, ahora no, no me dejés sola –puso morritos, dándole un beso manchándole toda la boca de mermelada, y después limpiándose de alrededor de los labios con pequeños besos y algunas risitas

-Vení conmigo

-¿A la ducha?

-Sí, podemos llenar la bañera, con mucha espuma, abrazaditos, con muchos besos y caricias –alzó las cejas un par de veces, soltando al final una risita por la cara de la morocha

-Dale andá, te espero acá.

Cuando Peter salió de la ducha, se relió su toalla a la cintura, supuso que los chicos ya se habrían despertado; una mañana más aguantando su vacío, miradas de acusación, y conversaciones y saludos falsos. Lo que no espero al abrir la puerta era encontrarse en una cama a Gastón con Rochi a los besos, y en la otra a Nicolás peleándose con Lali y Euge a coginazos y cosquillas; echaba de menos cosas así.

Por unos segundos los miró en silencio desde la puerta, hasta que Lali se percató de su presencia y dejó aquella guerra para sonreirle. Pero antes de que él pudiese devolverle la sonrisa, todos los demás dejaron todo en lo que estaban para mirarle, con aquella misma frialdad y desconfianza, en silencio.

Lali miró a todos, y arrugó la frente; después le dio una colleja a Nicolás.

-Vení, mi amor

-Dejá, voy a coger la ropa, y me voy, así pueden seguir a lo suyo –comentó con seriedad, dando un par de pasitos en dirección al armario

-Dale, dejá la pavada, y ustedes también chicos, ¿qué carajo les pasa? –exclamó negando con la cabeza, y extendiendo sus brazos hacia Peter –Vení, por favor –puso pucheritos

Peter suspiró, ¿por qué era tan fácil?, dio un par de pasitos, y se sentó en el borde de la cama, entre las piernas de ella. Lali se enganchó a su cuello, y prácticamente se lo tiró encima, abrazándole por el cuello desde atrás, dejó un par de besos en su mejilla. Peter sonrió, y todos apartaron la vista de la escena.

-¿Son idiotas todos ahora o qué les pasa? Es su amigo el que está acá, o no un desconocido –miró con seriedad, Lali a los demás –Ustedes lo conocen, además ha quedado demostrado que fue un accidente, deciles vos, Piti

-Yo no tengo que decirles nada, se supone que eran mis amigos, deberían haber confiado en mi

-Y confiamos en vos, hermano –comentó finalmente Nico, rascándose la cabeza –pero, que se yo; yo te escuché como le amenazabas, y luego en la calle, y el chocazo, ¿qué querías que pensase?

Peter encogió los hombros, prefiriendo ni entrar en detalles. Ya había tenido que repetir demasiado aquella historia con la policía, si le querían creer bien, y si no, para él quien le importaba que le creyese, le creía, el resto del mundo era otro plano. Lali le miró, y apretó los brazos algo más sobre su cuello, apoyando su cara contra la de él.

-Los chicos van a ir a la playa, a pasar el día todos juntos –dijo Lali, mientras buscaba su mano con la suya, entrelazando sus dedos –si querés vamos, si no podemos hacer otra cosa juntos

-Dudo que quieran que vayan

-Quieren; y yo quiero, vení por mí.