Peinado, vestido y tacones, la
hora indicada llegó, una tarde entera en un spa, y horas arreglándose, todo
preparado por Benjamín, quien desde que empezó el día no paró de repetir que
sería una noche inolvidable. Pero desde la otra mañana, desde la cual por más
que hubiese intentado hablar con él, lo único que habían conseguido era pelear
más y más, cada vez tenía menos ánimos para ninguna fiesta.
Llegó con su acompañante a
aquel enorme salón que había alquilado, dónde la recibieron con aplausos,
abrazos, besos y sobre todo sonrisas falsas y superficiales. A la mayoría de
personas que había en aquel salón ni las conocía, dudaba bastante que las
hubiese visto alguna vez en su vida, y que fuesen de su edad.
Las horas fueron pasando,
tras una cena sofisticada, en la que todos estaban en grupos de pie comiendo
exquisitos canapés, de esos que por más que te comieses diez bandejas te
quedabas con una misma hambre, acompañados por vino y champagne. Mientras
compartían conversaciones sobre la universidad y el futuro, típicas
conversaciones de su padre y sus amigos en aquellas cenas de negocios a las que
tanto había odiado ir durante toda su vida. ¿Dónde estaba la música, el baile,
las risas, y la gente de su edad con ganas de divertirse?
Se había pasado toda la noche
asintiendo con la cabeza, comentando lo menos posible, y riendo de forma
forzada cuando sus compañeros de reunión lo hacía, pues en la mayoría de
conversaciones ya fuesen por lo aburridas que era, o por tener la cabeza en
otra parte, como la había tenido el resto del día, no escuchaba a penas nada de
lo que hablaron.
A penas quedaba una hora para
llegar al final de aquel día de cumpleaños, desde luego inolvidable si que iba
a ser, no recordaba la última vez que estuvo en una situación así, tan
sumamente aburrida.
Entonces empezó a sonar una
música de fondo, y observó como varias parejas salían a bailar en medio del
salón.
-¿Bailás?
Sonó una voz detrás de ella.
Al girarse se encontró con Benja, el cual tenía una mano tendida hacia ella,
con una gran sonrisa dibujada en sus labios
-No sé, pasa que, no sé
bailar esto. Es muy… -encogió los hombros, echando un nuevo vistazos a las
parejas bailando
-Dale, no se te puede dar tan
mal, yo te guío
Insistió, sin darle tiempo ni
siquiera a asentir, cuando ya la había agarrado por la cintura y la había
arrastrado a la pista de baile. Cogió las manos de ella y las colocó sobre su
cuello, después él pasó sus manos por la cintura de ella pegándola más a él,
comenzando a moverse. Era una situación incómoda, todo el mundo bailaba
aquello, eran pasos complicados, los cuales su pareja parecía manejar a la
perfección, y los cuales ella se veía incapaz de seguir. Por más que el rubio
que tenía enfrente, agarrándola, y manoseándola, le indicaba todo a la
perfección, no quitaba que ella misma se enredase en sus pies y más de una vez
le proporcionase un pisotón a su acompañante, al cual este reaccionaba, con
muecas y mala cara.
Desde pequeña que sus padres
habían querido inculcarle ciertas cosas, como eran ese tipo de bailes
aristocráticos, que según ellos serían cruciales para su futuro. Pero, ¿Quién
bailaba eso hoy en día?
No tuvo oportunidad ni a
negarse por lo rápido que sucedió todo, notó como todos sus músculos se
tensaban. Su mirada se movía con nerviosismo de un lado al otro, intentando no
mirarle a él, a pesar de que le estaba hablando. Ni siquiera supo de qué le
estaba hablando, su mente estaba perdida en otra parte, hasta que de pronto
llamó su atención. Al sentir su aliento encima de su mejilla, giró la mirada,
encontrando como poco a poco se estaba acercando a ella, y esa distancia que había
entre ellos, apenas existía ya.
Pudo sentir como en aquel
momento las manos le empezaron a sudar, y sus músculos se tensaron más, si eso
era posible. Un nerviosismo le recorrió todo el cuerpo, pero no un nerviosismo
como había sentido las otras veces con Peter, un nerviosismo incómodo, que
hacía que sus ojos gritasen ‘socorro’ a gritos.
-Benja, yo no, no creo que…
-balbuceó, con cierto tartamudeo
-Shuu
Fue la única respuesta que
obtuvo, sintiendo ese aire que soltó, sobre sus labios. No estaba dispuesto a
parar, la iba a pesar, y no tenía por dónde escapar, la tenía demasiada fuerza
agarrada, y si gritaba daría la nota delante de tantos invitados. No había
escapatoria, la besaría, y vomitaría, lo tenía claro.
Sintió el roce de sus labios
con los suyos, lo que hizo que una mueca de desagrado, de nauseas se marcase en
su boca. Apretó los ojos, esperando que llegase el desagradable momento, si ni
se inmutaba pararía, pasaría rápido.
Notó como los labios de él
comenzaron a moverse encima de los suyos, cuando de pronto, tras escuchar unas
chispas y el sonido de un golpe, paró. Abrió un ojo, para ver que había pasado,
pero no vio más que oscuridad. Abrió, entonces bien los dos ojos, para ver el
salón entero oscuro, y escuchar un montón de vocecitas protestando.
Achinó los ojos intentando
ver algo, pudiendo distinguir una figura tirada en el suelo a sus pies. Se
acercó un poco más para comprobar que tal y como parecía era Benja, ¿qué hacía
ahí?
La difuminada imagen oscura
que tenía enfrente, desapareció, y la inundó la máxima oscuridad. Una venda
había rodeado sus ojos. Se sobresaltó, incorporándose de golpe y girándose en
aquella total oscuridad, alzando las manos, moviéndolas en el aire intentando
palpar algo. Pero entonces, sintió como algo secuestró sus manos. Ahora se
encontraban cubierta por unas grandes manos, algo ásperas, y cálidas, que
cubrían las suyas con máxima suavidad y cuidado.
Sus músculos tensos,
aflojaron casi de forma automática, al sentir un beso sobre sus manos.
Acto seguido, aquellas manos
depositaron las suyas alrededor del cuello, de este, y de un momento al otro se
sintió en el aire, moviéndose en brazos de aquel chico misterioso.
Fue un viaje lento, en el que
cada paso fue cado con cuidado, y con delicadeza, y en el que un silencio los
acompañó en todo momento.
Una ráfaga de aire hizo que
los bellos de Lali se les pusiesen de punta, ya no estaban dentro de aquel
salón, por aquel frío algo le decía que estaban al aire libre, pero no estaban
muy lejos del salón, pues aun se podía escuchar la música.
Pararon de moverse, y fue
depositada en el suelo, con mucho cuidado. Unas manos la ayudaron a despojarse
de sus tacones, dejándola descalza, sobre un suelo frío.
Aquellas manos que hacían a
penas unos segundos la llevaban en brazos, y la habían descalzado, ahora se
movían con suma lentitud y delicadeza por sus brazos, desde su espalda,
proporcionándole así calor y cariño, haciendo que su bello se erizase por cada
zona por las que estas se deslizaban.
Aquellas manos, la empujaron
con delicadeza para que siguiese andando.
A medida que avanzaba, notó
como a través de esa venda que cubría sus ojos se transparentaban pequeñas
lucecitas en el suelo, a cada lado de sus pies formando una especie de camino.
Estaban caminando a través de un camino de velas. Mientras, en el ambiente
había un aroma delicioso, a rosas, y por el tacto que sentía bajo sus pies, un
tacto suave y delicado, podía imaginar el suelo, cubierto totalmente por miles
de pétalos, por el que caminaban.
El camino finalizó, los
pétalos seguían a sus pies, y seguían rodeados de velas. Aquellas manos
volvieron a las suyas, ahora frente a frente de ella, y se tomaron su tiempo en
acariciarlas con cuidado, antes de llevarlas de nuevo a su cuello.
Lali no se negó, ni rechistó,
es más, se mantuvo en silencio, desde el comienzo de todo aquello, con una
sonrisa que había aparecido de forma inconsciente en sus labios. Su corazón se
encontraba acelerado, pero esta vez cargado de emoción, y tranquilidad en el
fondo. No sabía por qué, pero una inmensa paz le recorría cada parte de su
cuerpo.
Un escalofrío recorrió su
cuerpo, cuando las manos de su acompañante, acariciaron con cuidado su cuerpo,
deslizándose con lentitud alrededor de su cintura, mientras comenzaba a bailar,
un suave movimiento, al ritmo de aquella lejana música que aun se percibía
gracias a aquel silencio que los inundaba, desde que habían salido. Pero este
baile fue distinto, no necesitó saber ningún paso, no tenía que imitar nada,
simplemente se dejaba llevar por ese dulce movimiento, que hacía que ambos se
moviesen a la par, perfectamente acompasados, como un vaivén en las olas del
mar.
-¿No…no es mucho ya? –murmuró
Lali, en un tono tan bajo, que si no fuese por aquel silencio, y por la poca
distancia que ahora había entre ellos habría sido imposible de escuchar.
Pero no obtuvo respuesta, al
menos no palabras, en cambio, sintió como una nariz rozaba con la suya, negando.
Aquel pequeño y simple gesto, dibujó una sonrisa en sus labios, inconsciente y
tierna, la más verdadera que había aparecido en su rostro en todo lo que
llevaba de noche
-Pero…-replicó, pero sin
poder continuar la frase.
Sintió como su compañero,
soltaba las manos de su cintura, para con un suave gesto, darle una pequeña
vueltecilla, haciendo que esta quedase pegada a él, de espaldas, apoyada contra
su pecho. Las manos de este se deslizaron con delicadeza por su cintura,
dejándolas apoyadas sobre la panza de esta.
Lali, quien no tuvo que hacer
a penas nada, simplemente dejarse llevar por los movimientos y vueltas de su
acompañante, sonrió a modo de rendición. Deslizó sus manitas, hasta dejarlas
encima de las de su acompañante, entrelazando sus dedos con los de él, y aunque
no pudiese verlo, una sonrisa se dibujó en el rostro de este, apretando un
poquito sus manos, ahora entrelazadas con las de ella.
Entonces, ella echó la cabeza
hacia atrás, apoyándola en su pecho, sintiendo como este agachaba un poco su
cabeza, y la apoyaba de lado contra la de ella.
Un suspiro, invadió a Lali al
sentir este gesto, al que simplemente respondió, dejando caer un poco su cara
sobre la de este, cerrando después los ojos, y disfrutando del momento.
Poco tiempo después, notó
como su acompañante se separaba, dándole de nuevo una vueltita, antes de volver
a pegarla de frente contra él.
Esta vez no necesitó que la
obligase a nada, casi de forma automática, las manos de Lali rodearon su
cuello, cuando las manos de él rodearon su cintura.
A pesar de no poder ver, si
podía sentirle, podía sentir como sus manos, aferradas a su cintura la pegaban
más a él, hasta que a penas podía correr una gota de aire entre ellos. Podía
sentir su respiración sobre ella, que cada vez estaba más y más cerca. Podía
sentirse a milímetros de él. Pudo sentir cuando comenzó a proporcionarle
pequeñas caricias por su cara con su nariz y sus labios. Incluso podía sentir
su corazón, que casi latía tan deprisa como el suyo.
-Cre…creo, que debería irme
–carraspeó un poco antes de hablar, o más bien antes de tartamudear. Su
nerviosismo era tal que ni las palabras salían, y mucho menos eran
comprensibles, entre el tono nervioso, el tartamudeo y el tono de susurro –Mi
pareja, está en la fiesta…me debe estar buscando
Por más que intentase sonar
lo más creíble posible, y segura al pronunciar aquellas últimas palabras, lo
único que recibió a cambio fue una pequeña risa. Una risa dulce y bajita, que
la hizo estremecerse.
-Tu pareja te está buscando,
te lleva buscando mucho tiempo –Aquella voz, en aquel tono tan bajito, tan
despacio y tan dulce, que mientras pronunciaba cada palabra de forma lenta y
minuciosa, hacía que sus labios rozasen con los suyos, hizo que un escalofrío
recorriese todo su cuerpo, y que su corazón se acelerase más aun - y no está en
la fiesta, está acá
El tono de las palabras, que
comenzó en susurro, fue disminuyendo a medida que estas avanzaban, como si el
final sobrase, como si esas palabras de por sí sobrasen. Pues desde hacía mucho
tiempo, las palabras habían dejado de tener sentido, y no eran más que una
simple excusa para alargar el momento, ese momento que todo el mundo sabía que
llegaría, y que a cual deseaba más.
Ni siquiera esperó a terminar
las palabras, desde hacía un tiempo, estaba demasiado ido, sumergido, con la
mirada, clavado en su boca, y solo una idea llenaba su mente por completo.
Rozó sus labios con los
suyos, de forma muy lenta, dejando con cuidado un beso sobre estos, un beso
dulce y delicado, con una ternura que ni él mismo conocía, con un cuidado como
si pudiese romperse por no tratarla con esa delicadeza. Un beso que se abría
paso entre sus labios, tomándolos, adueñándose de ellos, los cuales no pudieron
resistirse, y le abrieron paso, como si llevara esperando aquel momento toda su
vida. Fue entonces, cuando ambos se fundieron en aquel beso, tan esperado, tan
deseado, tan mágico.
MÁS TIERNO PETEEEEEEER. ♥ jajaja me encanta!
ResponderEliminarAHHH!!! Masss divinoss!!!! :D Meee encantooooooo!!!!! :D
ResponderEliminarMASSSSSSSSSSSSSSSSS NOVEEEEEEEEEEEEEEEE, me encantaaaaaaaa!
ResponderEliminarAAAAAAAAAAAAAAAAAAA mas tiernos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMe encanta la nove !!
Un beso
leti2311
Aay k tierno peter... Me mori de amor cn estos dos, quien tubiera un peter para k te hiciera todas esas cosas!! :P
ResponderEliminarMe encanto el cap, deverdad muy bueno :)
(@Puchii_P)
Aay k tierno peter... Me mori de amor cn estos dos, quien tubiera un peter para k te hiciera todas esas cosas!! :P
ResponderEliminarMe encanto el cap, deverdad muy bueno :)
(@Puchii_P)
Aay k tierno peter... Me mori de amor cn estos dos, quien tubiera un peter para k te hiciera todas esas cosas!! :P
ResponderEliminarMe encanto el cap, deverdad muy bueno :)
(@Puchii_P)
Me encanta me encanta me encanta!!!!
ResponderEliminarSubiiiiiiiiiiiiiiiii maaaas nove mas nove maas novee!
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