jueves, 31 de mayo de 2012

Capítulo 12


Peinado, vestido y tacones, la hora indicada llegó, una tarde entera en un spa, y horas arreglándose, todo preparado por Benjamín, quien desde que empezó el día no paró de repetir que sería una noche inolvidable. Pero desde la otra mañana, desde la cual por más que hubiese intentado hablar con él, lo único que habían conseguido era pelear más y más, cada vez tenía menos ánimos para ninguna fiesta.
Llegó con su acompañante a aquel enorme salón que había alquilado, dónde la recibieron con aplausos, abrazos, besos y sobre todo sonrisas falsas y superficiales. A la mayoría de personas que había en aquel salón ni las conocía, dudaba bastante que las hubiese visto alguna vez en su vida, y que fuesen de su edad.
Las horas fueron pasando, tras una cena sofisticada, en la que todos estaban en grupos de pie comiendo exquisitos canapés, de esos que por más que te comieses diez bandejas te quedabas con una misma hambre, acompañados por vino y champagne. Mientras compartían conversaciones sobre la universidad y el futuro, típicas conversaciones de su padre y sus amigos en aquellas cenas de negocios a las que tanto había odiado ir durante toda su vida. ¿Dónde estaba la música, el baile, las risas, y la gente de su edad con ganas de divertirse?
Se había pasado toda la noche asintiendo con la cabeza, comentando lo menos posible, y riendo de forma forzada cuando sus compañeros de reunión lo hacía, pues en la mayoría de conversaciones ya fuesen por lo aburridas que era, o por tener la cabeza en otra parte, como la había tenido el resto del día, no escuchaba a penas nada de lo que hablaron.
A penas quedaba una hora para llegar al final de aquel día de cumpleaños, desde luego inolvidable si que iba a ser, no recordaba la última vez que estuvo en una situación así, tan sumamente aburrida.
Entonces empezó a sonar una música de fondo, y observó como varias parejas salían a bailar en medio del salón.
-¿Bailás?
Sonó una voz detrás de ella. Al girarse se encontró con Benja, el cual tenía una mano tendida hacia ella, con una gran sonrisa dibujada en sus labios
-No sé, pasa que, no sé bailar esto. Es muy… -encogió los hombros, echando un nuevo vistazos a las parejas bailando
-Dale, no se te puede dar tan mal, yo te guío
Insistió, sin darle tiempo ni siquiera a asentir, cuando ya la había agarrado por la cintura y la había arrastrado a la pista de baile. Cogió las manos de ella y las colocó sobre su cuello, después él pasó sus manos por la cintura de ella pegándola más a él, comenzando a moverse. Era una situación incómoda, todo el mundo bailaba aquello, eran pasos complicados, los cuales su pareja parecía manejar a la perfección, y los cuales ella se veía incapaz de seguir. Por más que el rubio que tenía enfrente, agarrándola, y manoseándola, le indicaba todo a la perfección, no quitaba que ella misma se enredase en sus pies y más de una vez le proporcionase un pisotón a su acompañante, al cual este reaccionaba, con muecas y mala cara.
Desde pequeña que sus padres habían querido inculcarle ciertas cosas, como eran ese tipo de bailes aristocráticos, que según ellos serían cruciales para su futuro. Pero, ¿Quién bailaba eso hoy en día?
No tuvo oportunidad ni a negarse por lo rápido que sucedió todo, notó como todos sus músculos se tensaban. Su mirada se movía con nerviosismo de un lado al otro, intentando no mirarle a él, a pesar de que le estaba hablando. Ni siquiera supo de qué le estaba hablando, su mente estaba perdida en otra parte, hasta que de pronto llamó su atención. Al sentir su aliento encima de su mejilla, giró la mirada, encontrando como poco a poco se estaba acercando a ella, y esa distancia que había entre ellos, apenas existía ya.
Pudo sentir como en aquel momento las manos le empezaron a sudar, y sus músculos se tensaron más, si eso era posible. Un nerviosismo le recorrió todo el cuerpo, pero no un nerviosismo como había sentido las otras veces con Peter, un nerviosismo incómodo, que hacía que sus ojos gritasen ‘socorro’ a gritos.
-Benja, yo no, no creo que… -balbuceó, con cierto tartamudeo
-Shuu
Fue la única respuesta que obtuvo, sintiendo ese aire que soltó, sobre sus labios. No estaba dispuesto a parar, la iba a pesar, y no tenía por dónde escapar, la tenía demasiada fuerza agarrada, y si gritaba daría la nota delante de tantos invitados. No había escapatoria, la besaría, y vomitaría, lo tenía claro.
Sintió el roce de sus labios con los suyos, lo que hizo que una mueca de desagrado, de nauseas se marcase en su boca. Apretó los ojos, esperando que llegase el desagradable momento, si ni se inmutaba pararía, pasaría rápido.
Notó como los labios de él comenzaron a moverse encima de los suyos, cuando de pronto, tras escuchar unas chispas y el sonido de un golpe, paró. Abrió un ojo, para ver que había pasado, pero no vio más que oscuridad. Abrió, entonces bien los dos ojos, para ver el salón entero oscuro, y escuchar un montón de vocecitas protestando.
Achinó los ojos intentando ver algo, pudiendo distinguir una figura tirada en el suelo a sus pies. Se acercó un poco más para comprobar que tal y como parecía era Benja, ¿qué hacía ahí?
La difuminada imagen oscura que tenía enfrente, desapareció, y la inundó la máxima oscuridad. Una venda había rodeado sus ojos. Se sobresaltó, incorporándose de golpe y girándose en aquella total oscuridad, alzando las manos, moviéndolas en el aire intentando palpar algo. Pero entonces, sintió como algo secuestró sus manos. Ahora se encontraban cubierta por unas grandes manos, algo ásperas, y cálidas, que cubrían las suyas con máxima suavidad y cuidado.
Sus músculos tensos, aflojaron casi de forma automática, al sentir un beso sobre sus manos.
Acto seguido, aquellas manos depositaron las suyas alrededor del cuello, de este, y de un momento al otro se sintió en el aire, moviéndose en brazos de aquel chico misterioso.

Fue un viaje lento, en el que cada paso fue cado con cuidado, y con delicadeza, y en el que un silencio los acompañó en todo momento.
Una ráfaga de aire hizo que los bellos de Lali se les pusiesen de punta, ya no estaban dentro de aquel salón, por aquel frío algo le decía que estaban al aire libre, pero no estaban muy lejos del salón, pues aun se podía escuchar la música.
Pararon de moverse, y fue depositada en el suelo, con mucho cuidado. Unas manos la ayudaron a despojarse de sus tacones, dejándola descalza, sobre un suelo frío.
Aquellas manos que hacían a penas unos segundos la llevaban en brazos, y la habían descalzado, ahora se movían con suma lentitud y delicadeza por sus brazos, desde su espalda, proporcionándole así calor y cariño, haciendo que su bello se erizase por cada zona por las que estas se deslizaban.
Aquellas manos, la empujaron con delicadeza para que siguiese andando.
A medida que avanzaba, notó como a través de esa venda que cubría sus ojos se transparentaban pequeñas lucecitas en el suelo, a cada lado de sus pies formando una especie de camino. Estaban caminando a través de un camino de velas. Mientras, en el ambiente había un aroma delicioso, a rosas, y por el tacto que sentía bajo sus pies, un tacto suave y delicado, podía imaginar el suelo, cubierto totalmente por miles de pétalos, por el que caminaban.
El camino finalizó, los pétalos seguían a sus pies, y seguían rodeados de velas. Aquellas manos volvieron a las suyas, ahora frente a frente de ella, y se tomaron su tiempo en acariciarlas con cuidado, antes de llevarlas de nuevo a su cuello.
Lali no se negó, ni rechistó, es más, se mantuvo en silencio, desde el comienzo de todo aquello, con una sonrisa que había aparecido de forma inconsciente en sus labios. Su corazón se encontraba acelerado, pero esta vez cargado de emoción, y tranquilidad en el fondo. No sabía por qué, pero una inmensa paz le recorría cada parte de su cuerpo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, cuando las manos de su acompañante, acariciaron con cuidado su cuerpo, deslizándose con lentitud alrededor de su cintura, mientras comenzaba a bailar, un suave movimiento, al ritmo de aquella lejana música que aun se percibía gracias a aquel silencio que los inundaba, desde que habían salido. Pero este baile fue distinto, no necesitó saber ningún paso, no tenía que imitar nada, simplemente se dejaba llevar por ese dulce movimiento, que hacía que ambos se moviesen a la par, perfectamente acompasados, como un vaivén en las olas del mar.
-¿No…no es mucho ya? –murmuró Lali, en un tono tan bajo, que si no fuese por aquel silencio, y por la poca distancia que ahora había entre ellos habría sido imposible de escuchar.
Pero no obtuvo respuesta, al menos no palabras, en cambio, sintió como una nariz rozaba con la suya, negando. Aquel pequeño y simple gesto, dibujó una sonrisa en sus labios, inconsciente y tierna, la más verdadera que había aparecido en su rostro en todo lo que llevaba de noche
-Pero…-replicó, pero sin poder continuar la frase.
Sintió como su compañero, soltaba las manos de su cintura, para con un suave gesto, darle una pequeña vueltecilla, haciendo que esta quedase pegada a él, de espaldas, apoyada contra su pecho. Las manos de este se deslizaron con delicadeza por su cintura, dejándolas apoyadas sobre la panza de esta.
Lali, quien no tuvo que hacer a penas nada, simplemente dejarse llevar por los movimientos y vueltas de su acompañante, sonrió a modo de rendición. Deslizó sus manitas, hasta dejarlas encima de las de su acompañante, entrelazando sus dedos con los de él, y aunque no pudiese verlo, una sonrisa se dibujó en el rostro de este, apretando un poquito sus manos, ahora entrelazadas con las de ella.
Entonces, ella echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en su pecho, sintiendo como este agachaba un poco su cabeza, y la apoyaba de lado contra la de ella.
Un suspiro, invadió a Lali al sentir este gesto, al que simplemente respondió, dejando caer un poco su cara sobre la de este, cerrando después los ojos, y disfrutando del momento.

Poco tiempo después, notó como su acompañante se separaba, dándole de nuevo una vueltita, antes de volver a pegarla de frente contra él.
Esta vez no necesitó que la obligase a nada, casi de forma automática, las manos de Lali rodearon su cuello, cuando las manos de él rodearon su cintura.

A pesar de no poder ver, si podía sentirle, podía sentir como sus manos, aferradas a su cintura la pegaban más a él, hasta que a penas podía correr una gota de aire entre ellos. Podía sentir su respiración sobre ella, que cada vez estaba más y más cerca. Podía sentirse a milímetros de él. Pudo sentir cuando comenzó a proporcionarle pequeñas caricias por su cara con su nariz y sus labios. Incluso podía sentir su corazón, que casi latía tan deprisa como el suyo.

-Cre…creo, que debería irme –carraspeó un poco antes de hablar, o más bien antes de tartamudear. Su nerviosismo era tal que ni las palabras salían, y mucho menos eran comprensibles, entre el tono nervioso, el tartamudeo y el tono de susurro –Mi pareja, está en la fiesta…me debe estar buscando

Por más que intentase sonar lo más creíble posible, y segura al pronunciar aquellas últimas palabras, lo único que recibió a cambio fue una pequeña risa. Una risa dulce y bajita, que la hizo estremecerse.

-Tu pareja te está buscando, te lleva buscando mucho tiempo –Aquella voz, en aquel tono tan bajito, tan despacio y tan dulce, que mientras pronunciaba cada palabra de forma lenta y minuciosa, hacía que sus labios rozasen con los suyos, hizo que un escalofrío recorriese todo su cuerpo, y que su corazón se acelerase más aun - y no está en la fiesta, está acá

El tono de las palabras, que comenzó en susurro, fue disminuyendo a medida que estas avanzaban, como si el final sobrase, como si esas palabras de por sí sobrasen. Pues desde hacía mucho tiempo, las palabras habían dejado de tener sentido, y no eran más que una simple excusa para alargar el momento, ese momento que todo el mundo sabía que llegaría, y que a cual deseaba más.
Ni siquiera esperó a terminar las palabras, desde hacía un tiempo, estaba demasiado ido, sumergido, con la mirada, clavado en su boca, y solo una idea llenaba su mente por completo.

Rozó sus labios con los suyos, de forma muy lenta, dejando con cuidado un beso sobre estos, un beso dulce y delicado, con una ternura que ni él mismo conocía, con un cuidado como si pudiese romperse por no tratarla con esa delicadeza. Un beso que se abría paso entre sus labios, tomándolos, adueñándose de ellos, los cuales no pudieron resistirse, y le abrieron paso, como si llevara esperando aquel momento toda su vida. Fue entonces, cuando ambos se fundieron en aquel beso, tan esperado, tan deseado, tan mágico.

9 comentarios:

  1. MÁS TIERNO PETEEEEEEER. ♥ jajaja me encanta!

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  2. AHHH!!! Masss divinoss!!!! :D Meee encantooooooo!!!!! :D

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  3. MASSSSSSSSSSSSSSSSS NOVEEEEEEEEEEEEEEEE, me encantaaaaaaaa!

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  4. AAAAAAAAAAAAAAAAAAA mas tiernos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Me encanta la nove !!

    Un beso

    leti2311

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  5. Aay k tierno peter... Me mori de amor cn estos dos, quien tubiera un peter para k te hiciera todas esas cosas!! :P
    Me encanto el cap, deverdad muy bueno :)
    (@Puchii_P)

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  6. Aay k tierno peter... Me mori de amor cn estos dos, quien tubiera un peter para k te hiciera todas esas cosas!! :P
    Me encanto el cap, deverdad muy bueno :)
    (@Puchii_P)

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  7. Aay k tierno peter... Me mori de amor cn estos dos, quien tubiera un peter para k te hiciera todas esas cosas!! :P
    Me encanto el cap, deverdad muy bueno :)
    (@Puchii_P)

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  8. Me encanta me encanta me encanta!!!!

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  9. Subiiiiiiiiiiiiiiiii maaaas nove mas nove maas novee!

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