Los días fueron pasando, y
cada vez estaba más convencida en que quedarse, era lo mejor que podía haber
hecho, ya ni siquiera se acordaba de lo que había dejado atrás, de ser lo único
en lo que pensaba había pasado a ser algo del pasado, algo que no tenía lugar
en su nuevo presente. Un nuevo presente, unos nuevos amigos increíbles, con los
que pasaba todo el tiempo, y aunque demasiado aburridos y serios ahora ya no los
cambiaba por nada, y para matar ese aburrimiento y esa seriedad lo tenía a él.
Peter. Un nombre que todo el día daba vueltas por su cabeza, y estaba en su
boca. Con él no había momentos para aburrirse, siempre se le ocurría algo
ingenioso para hacer, ya fuese alguna escapada a algún sitio o cualquier
travesura dentro del mismo colegio, que dejaba escapar a su parte más niña, más
traviesa y más libre. Esa era la palabra, libre, era así como se sentía cuando
estaba con él, todo parecía claro y fácil.
Solo había una parte mala en
todo aquello, aquella rivalidad que había. Por un lado, su nuevo grupo, del que
ya era más que parte, eran nenes bien, muy sofisticados, maduros, y serios,
dónde no había lugar para su pela, como cariñosamente le decía ahora a Peter, mientras
que por el otro lado, el grupo de amigos de él, y en especial aquella chica
rubia, los tenían en la mira tanto a ella como a sus amigos. Era difícil estar
en medio de aquella guerra, y cada vez parecían ponerse las cosas peor, al
parecer cuanto más tiempo pasaba con Peter, peor era su relación con Benja y
los chicos, lo que desencadenaba que siempre cayese algún tipo de venganza por
parte de los otros. Toda aquella guerra sin contar con que Mel, y sus amigas
siempre encontraban la excusa perfecta para hacerle alguna de las suyas a Lali,
o sus amigas. ¿En qué desencadenaría aquello?
Peter Lanzani, un nombre que
todos conocían en aquel colegio, si no era porque habían sido víctimas de una
de las suyas y su grupo, era porque era mina y había caído bajo sus garras,
eran pocas las que habían zafado en aquel sitio, con todas había jugado y se
había divertido como había querido, hasta que había querido. El respetar a una
mujer era algo que aun veía muy lejano, algo muy maduro aun para él, solo había
una chica a la que adoraba por encima de todo, su perdición, su hermana.
Los de los cursos pequeños
habían estado quince días de excursión, en la nieve, y a penas hacía un día que
habían vuelto. Cecilia, la enana de diez años, que a veces habla como si fuese
una adulta, bajita, de melena ondulada y rubia, con unos enormes ojos verdes.
Bajaba las escaleras con rapidez, preguntando a todo el mundo por su hermano.
Era algo común en ella era efusividad y rapidez al hablar. Hasta que después de
mucho correr y mucho preguntar, lo encontró. Peter estaba en el jardín, tirado
en el césped, apoyado en un árbol ¿con una chica? Si algo caracterizaba a esta
enana, era lo de ser celosa con su hermano, extremadamente celosa. Bajó el
ritmo que llevaba, acercándose ahora más despacio, intentando reconocer quien
era la morocha con la que estaba, tan sumergida en sus pensamientos, que ni se
dio cuenta que los tenía ya cara a cara.
La nueva parejita de amigos,
que a penas se habían conocido hacia unos días, y ahora era raro verles o el
uno con el otro más que pegados, o discutiendo a gritos por todos los pasillos.
No tenían término medio. Esta vez se encontraban en el jardín, en medio de unas
risas, hasta que Lali vio a la nena que se acercaba.
-¿Hola? –preguntó medio
insegura, al ver como la miraba, parando con las risas
-¡Enana volviste! –Exclamó el
morocho al girarse y ver quien era sin darle tiempo a nada cuando ya la tenía
entre sus brazos achuchándola y besándola.
Se escucharon unas risas,
procedentes de la nenita, que por un momento había olvidado todo lo demás
-¡Pará! Piti, me estás
llenando de babas –empezó a gritar intentando zafarse de su hermano, pero hasta
que este ni quiso no la dejó tranquila, sentada encima suya
-¿Cuándo volviste? ¿por qué
nadie me dijo? ¿todo bien? ¿cómo fue el viaje? ¿te gustó la nieve? ¿Y los
chicos, todos bien, o te metiste en algún lio?
-¡Pará, loco! –exclamó de
nuevo entre risas alzando las manos al escuchar la oleada de preguntas –Estuvo
buenísimo, no sabés lo que es la nieve, toda blanca, y muy fría. Nos divertimos
mucho, hicimos guerras con bolas de nieve y nos tiramos en trineo, una chica,
Susi, cayó de boca porque un chico la empujó, los dos se pelearon, a ella le
sangró la nariz y… -negó con la cabeza saliendo de su historia, que había
contado con tanta emoción -¿Por qué no viniste por mi? Me dijeron que te dieron
el recado, pero que estabas muy ocupado, ¿en qué estabas ocupado? –le retó,
arrugando la frente, cruzando los brazos
-¿Yo? En nada –disimuló,
mostrando una sonrisa inocente, rascándose la cabeza. Entonces recordó que no
estaban los dos solos. Llevó la vista a la morocha de su lado, mostrándole una
sonrisa –Esta es Ceci, mi hermana, de la que te hablé
-Hola, Ceci, yo soy Lali, soy
una amiga de tu hermano –sonrió tendiéndole la mano
-Ya, una amiga, eso dicen
todas, cuando lo único que quieren es chapárselo –soltó sin más, sin descruzar
los brazos
-¿Qué decís Cecilia? –Replicó
Peter con seriedad –Pedile perdón
-Dejá, no importa –Hizo una
gestito con la mano sacándole importancia, mirando después a la nena otra vez
–Mirá que nadie se quiere chapar acá a nadie ¿eh?
-Eso también dicen todas
-Bueh, será mejor que me
vaya, y los deje a solas -bromeó, levantándose
-No La, pará, quedate
-¿Por qué? Dejá que se vaya
-Está todo bien, además tengo
cosas que hacer –concluyó saliendo después de allá
-¿Me explicás a qué vino eso?
-¿El qué? No sé de que me
hablás –encogió los hombros, mirándole después de nuevo, volviendo a su sonrisa
inicial -¿Querés que te siga contando la historia de Susi con la nieve?
-No
-Que mala onda
-No me gustó como trataste a
Lali, Ceci. No te hizo nada para que la tratés así
-Pero si siempre soy igual
con las chicas con las que estás, ¿qué más te da ahora? Si después vos la vas a
tratar peor, siempre es igual
-Esta vez no es igual, es
distinto
-¿Distinto? –llevó
la boquita a un lado, mirando a su hermano desconcertada
-Y sí, es distinto, no es una
chica que me vaya a chapar y ya. Además es nueva acá, no quiero que la hagás
sentir mal.
-Pero es cheta
-Ah es cheta, listo y como es
cheta ¿la podés tratar mal? si ni la conocés. Si la conocieses te gustaría
-¿A vos te gusta? –preguntó
no muy segura, planteándose ya esa idea, aunque negando con la cabeza con
rapidez –Pero vos siempre decís que los chetos…
-¿Te cuento un secreto? –la
interrumpió, llevando una manita a su cara, apartando un mechón de pelo
-¿Un secreto? –preguntó con
entusiasmo, olvidándose del todo de lo anterior y asintiendo rápidamente con la
cabeza
-Pero no podés decirle nada a
nadie ¿Eh? –aclaró, como si fuese la cosa más grosa del mundo la que iba a
revelar
-No, dale, contá
-Me encanta –murmuró bajito,
dejando ver una sonrisa tierna en su cara
-¿Te encanta? ¿Quién te
encanta? –preguntó arrugando la frente, hasta ver esa sonrisa de obviedad en su
cara -¿La cheta te encanta? ¿de encantar? ¿de gustar de verdad de la buena?
-Y… no sé si de verdad de la
buena –soltó una pequeña risita, encogiendo los hombros –Pero sí se que me
vuelve loco, que no es como las otras chicas. Igual, tampoco sé si será como
las otras chicas, quizás me tiene así porque cuando más me acerco más se aleja
-Nah, flor de histérica
-¡Dejá de atacarla, Cecilia!
–volvió a insistir, alzando un dedo, bajándolo al toque –Igual, es cosa de
ahora, seguro que cuando consiga tener algo con ella, me pasa como con las
demás, me aburro, y tendré que buscar un nuevo reto
Se quedó en silencio pensando
aquello, como si intentanse convencerse a sí mismo de que solo le volvía tan
loco, porque se le resistía, al menos eso quería creer.
-¿Y si no es así?
-¿No confiás en mis dotes de
seducción? –la cargó alzando las cejas un par de veces
-No eso, tarado –rió dándole
con la manita en el hombro –Digo, si tenés algo con ella, y te enamorás
-Mirá si justo yo me voy a
enamorar, enana, me ofendés –soltó una risita algo forzada, negando con la
cabeza
-Eso espero, mirá que ya
sabés lo que me prometiste, ni amores, ni novios ni nada…
-Si, solo vos y yo –terminó
la frase por ella, dejando después un beso en su cabeza.
Era increíble lo celosa que
podía ser aquella enana, pero era algo comprensible, prácticamente la había
criado él, se habían criado juntos, y habían prometido estar siempre juntos, la
idea de que alguien más entrase en esos planes estaba totalmente fuera de
juego.
Mientras tanto, al otro lado
del jardín se maquinaba otra cosa. Mélodi, la rubia despampanante del
instituto, alta, con una figura perfecta, la hasta el momento más deseada por
todos los chicos de aquel establecimiento. Era justamente, Peter, en mujer, era
raro el hombre que no había caído en sus garras, pero por más hombres y hombres
que cayesen, solo uno ocupada su cabeza. Durante años, Peter y Mélodi habían
sido la pareja modelo del instituto, a pesar de que ambos siempre andasen con
otros y otras más, siempre acababan juntos. La cosa siempre era así, estaban y
dejaban de estar, se desfogaban con otros, y volvían a lo seguro de siempre.
Con total libertad y tranquilidad. Pero hacía ya unos días que esa tranquilidad
había desaparecido en la rubia, y había una morocha, bajita de ojos oscuro que
ahora le quitaba el sueño. Desde el otro lado del parque, Mélodi, junto a
Agustín, el mejor amigo de Peter desde que tenía memoria, y el peor y más
temido en aquel instituto, varios antecedentes penales, maltratador, amante de
todos y cada uno de los vicios que podía ofrecer la noche, y si algo le
caracterizaba principalmente era aquel odio hacia los chetos y aquella sangre
fría.
-¿Sabés que no me gusta nada
en la que se está metiendo tu Petercito?
Ambos llevaban observando un
rato desde allá la escena de los otros dos, en silencio, y con no muy buenas
caras.
-A quien no le debería gustar
nada es a la chetita, no sabe dónde se está metiendo, ni con quien
-Con quien parece que sí, y
se la ve muy segura. Igual, ella es la de menos, me preocupa él.
-No tenés de qué preocuparte,
es un capricho más, cuando se la lleve a la cama volverá a ser el de siempre
-¿Segura? Mirá que nunca lo
vi tan insistente con alguien, mucho menos con vos
-Eso es porque yo nunca lo
histeriqueé tanto como la cheta
-Pues la cheta con o sin histeriqueo
lo está manejando como quiere
-Habrá que enseñarle como
funcionan bien las cosas
-Me parece que tu amenaza del
otro día no sirvió de mucho
-Pues habrá que pasar del
dicho al hecho –sonrió de ladito, con un toque de maldad
-¿En qué estás pensando?
-¿Cuento con vos?
-Siempre –Imitó su sonrisa,
aunque borrándola al momento –¿Y con él? ¿Qué vamos a hacer?
-A él dejámelo a mi
-Te recuerdo que a vos no te
da ni la hora desde que llegó la nuevita
-Callate –le fulminó con la
mirada, dándo unos pasitos por el jardín –solo tengo que recordarle lo que es
estar con una mujer de verdad.
Va tomando cuerpo la historia!Muy buena!
ResponderEliminarquiero mas!!! Melody Agustin son tan pijcknjvcbedoucfe insoportables! ¬¬ los odio! y Ceci suoer celosa! obvio con un hermano como Peter yo tambien lo seria jajaja ++++++++++++++++++++++++++++++++++++NOVE!!!
ResponderEliminar@CeleLuchy
Mel ,como no puede va a pasar a la violencia ,es d cobardes,no usar sus sentimientos para bien.
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