martes, 8 de mayo de 2012

Capítulo 5







Los días fueron pasando, y cada vez estaba más convencida en que quedarse, era lo mejor que podía haber hecho, ya ni siquiera se acordaba de lo que había dejado atrás, de ser lo único en lo que pensaba había pasado a ser algo del pasado, algo que no tenía lugar en su nuevo presente. Un nuevo presente, unos nuevos amigos increíbles, con los que pasaba todo el tiempo, y aunque demasiado aburridos y serios ahora ya no los cambiaba por nada, y para matar ese aburrimiento y esa seriedad lo tenía a él. Peter. Un nombre que todo el día daba vueltas por su cabeza, y estaba en su boca. Con él no había momentos para aburrirse, siempre se le ocurría algo ingenioso para hacer, ya fuese alguna escapada a algún sitio o cualquier travesura dentro del mismo colegio, que dejaba escapar a su parte más niña, más traviesa y más libre. Esa era la palabra, libre, era así como se sentía cuando estaba con él, todo parecía claro y fácil.
Solo había una parte mala en todo aquello, aquella rivalidad que había. Por un lado, su nuevo grupo, del que ya era más que parte, eran nenes bien, muy sofisticados, maduros, y serios, dónde no había lugar para su pela, como cariñosamente le decía ahora a Peter, mientras que por el otro lado, el grupo de amigos de él, y en especial aquella chica rubia, los tenían en la mira tanto a ella como a sus amigos. Era difícil estar en medio de aquella guerra, y cada vez parecían ponerse las cosas peor, al parecer cuanto más tiempo pasaba con Peter, peor era su relación con Benja y los chicos, lo que desencadenaba que siempre cayese algún tipo de venganza por parte de los otros. Toda aquella guerra sin contar con que Mel, y sus amigas siempre encontraban la excusa perfecta para hacerle alguna de las suyas a Lali, o sus amigas. ¿En qué desencadenaría aquello?
Peter Lanzani, un nombre que todos conocían en aquel colegio, si no era porque habían sido víctimas de una de las suyas y su grupo, era porque era mina y había caído bajo sus garras, eran pocas las que habían zafado en aquel sitio, con todas había jugado y se había divertido como había querido, hasta que había querido. El respetar a una mujer era algo que aun veía muy lejano, algo muy maduro aun para él, solo había una chica a la que adoraba por encima de todo, su perdición, su hermana.
Los de los cursos pequeños habían estado quince días de excursión, en la nieve, y a penas hacía un día que habían vuelto. Cecilia, la enana de diez años, que a veces habla como si fuese una adulta, bajita, de melena ondulada y rubia, con unos enormes ojos verdes. Bajaba las escaleras con rapidez, preguntando a todo el mundo por su hermano. Era algo común en ella era efusividad y rapidez al hablar. Hasta que después de mucho correr y mucho preguntar, lo encontró. Peter estaba en el jardín, tirado en el césped, apoyado en un árbol ¿con una chica? Si algo caracterizaba a esta enana, era lo de ser celosa con su hermano, extremadamente celosa. Bajó el ritmo que llevaba, acercándose ahora más despacio, intentando reconocer quien era la morocha con la que estaba, tan sumergida en sus pensamientos, que ni se dio cuenta que los tenía ya cara a cara.
La nueva parejita de amigos, que a penas se habían conocido hacia unos días, y ahora era raro verles o el uno con el otro más que pegados, o discutiendo a gritos por todos los pasillos. No tenían término medio. Esta vez se encontraban en el jardín, en medio de unas risas, hasta que Lali vio a la nena que se acercaba.
-¿Hola? –preguntó medio insegura, al ver como la miraba, parando con las risas
Enana volviste! –Exclamó el morocho al girarse y ver quien era sin darle tiempo a nada cuando ya la tenía entre sus brazos achuchándola y besándola.
Se escucharon unas risas, procedentes de la nenita, que por un momento había olvidado todo lo demás
-¡Pará! Piti, me estás llenando de babas –empezó a gritar intentando zafarse de su hermano, pero hasta que este ni quiso no la dejó tranquila, sentada encima suya
-¿Cuándo volviste? ¿por qué nadie me dijo? ¿todo bien? ¿cómo fue el viaje? ¿te gustó la nieve? ¿Y los chicos, todos bien, o te metiste en algún lio?
Pará, loco! –exclamó de nuevo entre risas alzando las manos al escuchar la oleada de preguntas –Estuvo buenísimo, no sabés lo que es la nieve, toda blanca, y muy fría. Nos divertimos mucho, hicimos guerras con bolas de nieve y nos tiramos en trineo, una chica, Susi, cayó de boca porque un chico la empujó, los dos se pelearon, a ella le sangró la nariz y… -negó con la cabeza saliendo de su historia, que había contado con tanta emoción -¿Por qué no viniste por mi? Me dijeron que te dieron el recado, pero que estabas muy ocupado, ¿en qué estabas ocupado? –le retó, arrugando la frente, cruzando los brazos
-¿Yo? En nada –disimuló, mostrando una sonrisa inocente, rascándose la cabeza. Entonces recordó que no estaban los dos solos. Llevó la vista a la morocha de su lado, mostrándole una sonrisa –Esta es Ceci, mi hermana, de la que te hablé
-Hola, Ceci, yo soy Lali, soy una amiga de tu hermano –sonrió tendiéndole la mano
-Ya, una amiga, eso dicen todas, cuando lo único que quieren es chapárselo –soltó sin más, sin descruzar los brazos
-¿Qué decís Cecilia? –Replicó Peter con seriedad –Pedile perdón
-Dejá, no importa –Hizo una gestito con la mano sacándole importancia, mirando después a la nena otra vez –Mirá que nadie se quiere chapar acá a nadie ¿eh?
-Eso también dicen todas
-Bueh, será mejor que me vaya, y los deje a solas -bromeó, levantándose
-No La, pará, quedate
-¿Por qué? Dejá que se vaya
-Está todo bien, además tengo cosas que hacer –concluyó saliendo después de allá
-¿Me explicás a qué vino eso?
-¿El qué? No sé de que me hablás –encogió los hombros, mirándole después de nuevo, volviendo a su sonrisa inicial -¿Querés que te siga contando la historia de Susi con la nieve?
-No
-Que mala onda
-No me gustó como trataste a Lali, Ceci. No te hizo nada para que la tratés así
-Pero si siempre soy igual con las chicas con las que estás, ¿qué más te da ahora? Si después vos la vas a tratar peor, siempre es igual
-Esta vez no es igual, es distinto
-¿Distinto? –llevó la boquita a un lado, mirando a su hermano desconcertada
-Y sí, es distinto, no es una chica que me vaya a chapar y ya. Además es nueva acá, no quiero que la hagás sentir mal.
-Pero es cheta
-Ah es cheta, listo y como es cheta ¿la podés tratar mal? si ni la conocés. Si la conocieses te gustaría
-¿A vos te gusta? –preguntó no muy segura, planteándose ya esa idea, aunque negando con la cabeza con rapidez –Pero vos siempre decís que los chetos…
-¿Te cuento un secreto? –la interrumpió, llevando una manita a su cara, apartando un mechón de pelo
-¿Un secreto? –preguntó con entusiasmo, olvidándose del todo de lo anterior y asintiendo rápidamente con la cabeza
-Pero no podés decirle nada a nadie ¿Eh? –aclaró, como si fuese la cosa más grosa del mundo la que iba a revelar
-No, dale, contá
-Me encanta –murmuró bajito, dejando ver una sonrisa tierna en su cara
-¿Te encanta? ¿Quién te encanta? –preguntó arrugando la frente, hasta ver esa sonrisa de obviedad en su cara -¿La cheta te encanta? ¿de encantar? ¿de gustar de verdad de la buena?
-Y… no sé si de verdad de la buena –soltó una pequeña risita, encogiendo los hombros –Pero sí se que me vuelve loco, que no es como las otras chicas. Igual, tampoco sé si será como las otras chicas, quizás me tiene así porque cuando más me acerco más se aleja
-Nah, flor de histérica
-¡Dejá de atacarla, Cecilia! –volvió a insistir, alzando un dedo, bajándolo al toque –Igual, es cosa de ahora, seguro que cuando consiga tener algo con ella, me pasa como con las demás, me aburro, y tendré que buscar un nuevo reto
Se quedó en silencio pensando aquello, como si intentanse convencerse a sí mismo de que solo le volvía tan loco, porque se le resistía, al menos eso quería creer.
-¿Y si no es así?
-¿No confiás en mis dotes de seducción? –la cargó alzando las cejas un par de veces
-No eso, tarado –rió dándole con la manita en el hombro –Digo, si tenés algo con ella, y te enamorás
-Mirá si justo yo me voy a enamorar, enana, me ofendés –soltó una risita algo forzada, negando con la cabeza
-Eso espero, mirá que ya sabés lo que me prometiste, ni amores, ni novios ni nada…
-Si, solo vos y yo –terminó la frase por ella, dejando después un beso en su cabeza.
Era increíble lo celosa que podía ser aquella enana, pero era algo comprensible, prácticamente la había criado él, se habían criado juntos, y habían prometido estar siempre juntos, la idea de que alguien más entrase en esos planes estaba totalmente fuera de juego.

Mientras tanto, al otro lado del jardín se maquinaba otra cosa. Mélodi, la rubia despampanante del instituto, alta, con una figura perfecta, la hasta el momento más deseada por todos los chicos de aquel establecimiento. Era justamente, Peter, en mujer, era raro el hombre que no había caído en sus garras, pero por más hombres y hombres que cayesen, solo uno ocupada su cabeza. Durante años, Peter y Mélodi habían sido la pareja modelo del instituto, a pesar de que ambos siempre andasen con otros y otras más, siempre acababan juntos. La cosa siempre era así, estaban y dejaban de estar, se desfogaban con otros, y volvían a lo seguro de siempre. Con total libertad y tranquilidad. Pero hacía ya unos días que esa tranquilidad había desaparecido en la rubia, y había una morocha, bajita de ojos oscuro que ahora le quitaba el sueño. Desde el otro lado del parque, Mélodi, junto a Agustín, el mejor amigo de Peter desde que tenía memoria, y el peor y más temido en aquel instituto, varios antecedentes penales, maltratador, amante de todos y cada uno de los vicios que podía ofrecer la noche, y si algo le caracterizaba principalmente era aquel odio hacia los chetos y aquella sangre fría.
-¿Sabés que no me gusta nada en la que se está metiendo tu Petercito?
Ambos llevaban observando un rato desde allá la escena de los otros dos, en silencio, y con no muy buenas caras.
-A quien no le debería gustar nada es a la chetita, no sabe dónde se está metiendo, ni con quien
-Con quien parece que sí, y se la ve muy segura. Igual, ella es la de menos, me preocupa él.
-No tenés de qué preocuparte, es un capricho más, cuando se la lleve a la cama volverá a ser el de siempre
-¿Segura? Mirá que nunca lo vi tan insistente con alguien, mucho menos con vos
-Eso es porque yo nunca lo histeriqueé tanto como la cheta
-Pues la cheta con o sin histeriqueo lo está manejando como quiere
-Habrá que enseñarle como funcionan bien las cosas
-Me parece que tu amenaza del otro día no sirvió de mucho
-Pues habrá que pasar del dicho al hecho –sonrió de ladito, con un toque de maldad
-¿En qué estás pensando?
-¿Cuento con vos?
-Siempre –Imitó su sonrisa, aunque borrándola al momento –¿Y con él? ¿Qué vamos a hacer?
-A él dejámelo a mi
-Te recuerdo que a vos no te da ni la hora desde que llegó la nuevita
-Callate –le fulminó con la mirada, dándo unos pasitos por el jardín –solo tengo que recordarle lo que es estar con una mujer de verdad.

3 comentarios:

  1. Va tomando cuerpo la historia!Muy buena!

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  2. quiero mas!!! Melody Agustin son tan pijcknjvcbedoucfe insoportables! ¬¬ los odio! y Ceci suoer celosa! obvio con un hermano como Peter yo tambien lo seria jajaja ++++++++++++++++++++++++++++++++++++NOVE!!!
    @CeleLuchy

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  3. Mel ,como no puede va a pasar a la violencia ,es d cobardes,no usar sus sentimientos para bien.

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