La noche no tardó mucho en
llegar, y a pesar de tener ya un plan fijado, no es que estuviese especialmente
entusiasmada. Se estaba tomando su tiempo ordenando el cuarto, por no decir,
matando el tiempo. Mientras, no paraba de darle vueltas en su cabeza a las
palabras de la enana.
Estaba sumergida en sus
pensamientos cuando escuchó la puerta. Candela no podría ser, ella entra
directamente, además estaba fuera con las otras chicas. Miró el reloj, tampoco
era la hora indicada. Se acercó para abrir, pero cuando tiró de la puertecita,
al otro lado no había más que una flor en el suelo, con una notita atada a
esta. Arrugó la nariz, con una sonrisa, mientras se agachaba y cogía la flor,
entró con esta al cuarto mientras leía la nota, sin darse cuenta de que ahora
no estaba sola, y que alguien había entrado tras de sí.
“Si”
-¿Si?
-Si –dijo una voz detrás de
ella –es lo único que tenés que decir esta noche
Se sobresaltó al escuchar la
voz, girándose con brusquedad, para encontrarse con nada más y nada menos que
él.
-Peter Lanzani, ¿Cómo no? –se
mordió el labio dejando ver una sonrisa de lado, bajando después la mirada a la
flor, y alzándola al toque antes de mirarle -¿Si?
-Es todo lo que tenés que
decir esta noche, ya te dije –repitió asintiendo con la cabeza, con una sonrisa
más que divertida en su boca
-¿Y que se supone que estoy
aceptando con este “Si”? –preguntó con la misma diversión que él
-No sé, a lo que quieras, a
lo que surja –encogió los hombros, dejándose caer en la cama de ella –quizás a
una cena, a una cita, a una escapada, a…
-A dejarlo para otro día
–interrumpió ella, mirándole desde el lado de la cama –Ya te dije esta tarde
que hoy salía a cenar con Benjamín
Arrugó la frente, con cara de
pocos amigos, soltando después un bufido. Mientras ella le miró de reojos,
siguiendo con su misión de recoger la ropa, aunque ya quedase poco por recoger.
-¿Me explicás algo? ¿Por qué salís con ese
tarado? –Se incorporó un poco, cruzando los brazos sobre el pecho –No creo que
te guste posta, no pega con vos, tiene cero facha, es un idiota y es un tipo
aburrido. Enserio ¿te lo imaginás en una cita? –alzó las dos manotas haciendo
dos gestitos, tan típicos, mordiéndose el labio a la par que negaba con la
cabeza –No te doi ni una hora para que te quedés dormida con él
-¿Qué le ves vos a la rubia?
–contratacó con la misma táctica, aunque sin pensarlo
-No creo que te guste saberlo
–alzó las cejas un par de veces de forma pillina –Además, ¿no era que no te
importaba?
-Y no me importa, solo es
curiosidad –encogió los hombros, intentando sonar lo más convincente posible,
dándole de nuevo la espalda
-¿Sabés que no te creo nada?
–se incorporó un poquito más y estiró los brazos hacia ella, agarrándola por la
cintura desde la espalda, y tirando de ella, de forma que hizo que esta cayese
encima suya.
La abrazó, dando una vuelta
en el colchón, para quedar él encima de ella, escuchando unas risitas por parte
de la morocha, acompañadas por un pequeño grito de sorpresa al caer.
-Estás loco, ¿sabías? Y lo
peor, me querés volver loca a mí –se mordió el labio, negando con la cabeza, y
subiendo la mirada al techo para no mirarle, parando con las risas -¿Y qué se
supone que no me creés?
-Ya te dije, Nada –recalcó
ese nada, encogiendo los hombros. Se apoyó en un codo, alado de la cabeza de
ella, y la otra manita, la llevó hasta su cara, apartando un mechón de pelo,
con cuidado de esta –No te creo que quieras salir con ese tipo, vos decís que
me hago el machito delante de mis amigos, vos ahora te hacés la cheta madura
delante de este tipo, cuando sabés que estás pidiendo a gritos que te salve
-¿A si? Mirá vos, y ¿me vas a
sa…
-Tampoco te creo que no te
importe nada lo que pase con Mel –bajó un poco el tono de voz, en un susurro.
Entonces ella sintió un pequeño escalofrío, que le recorría el cuerpo, y que
hizo que no pudiese vocalizar bien.
-Y…¿y por qué estás tan
seguro? –tragó saliva, intentando pronunciar cada palabra con normalidad, pero
ni la situación ni nada era normal, para que eso sí lo fuera
-Lo sé, porque sé como me
mirás cuando estoy con ella
-Bueh, egocentrismos puro
–rodó los ojos, soltando un bufido burlón –Haber, ¿y como te miro?
-Del mismo modo que te miro
yo a vos cuando te veo con ese tipo, La, -la voz fue bajando cada vez más, y de
pronto sentía como si le costase mantener la vista en sus ojos. Su mirada se
desviaba sola a su boca, la que parecía cada vez más cerca de la suya- muerto
de celos
Cuando escuchó esas últimas
palabras de la boca de él, a penas era ya dueña de sí misma, era increíble lo
vulnerable que se sentí en sus brazos, cuando le tocaba, le susurraba de
aquella forma. Era imposible negar aquella bomba de sentimientos que le
recorrían el cuerpo con tan solo mirarle. De pronto, sintió el contacto de sus
labios con los suyos, como a medida que pronuncaiaba esas últimas palabras, su
boca rozaba suavemente con la de ella. Entonces, a penas movió un poco sus
labios haciendo que rozasen con los de él, y su boca se fue abriendo de forma
inconsciente. Él que aun seguía mirándola, observando cada gesto que hacía,
aunque más ido que de forma habitual, no pudo evitar sonreir al sentir como le
correspondía, como no se apartaba. Entrecerró los ojos, moviendo la cabeza,
haciendo que su nariz rozase de nuevo con la de ella en un gesto tierno, lo que
provocó que sus labios siguiesen paseandose sobre los de ella.
Estaba dispuesto a besarla,
como en cualquier otra situación, con cualquier otra chica así no habría tenido
problema en partirle la boca de un beso, y que pasase todo lo que tuviese que
pasar. Pero en el momento en que fue a darle el beso, sin saber porqué, abrió
los ojos, encontrándose de nuevo con la imagen de ella ahí, tan linda, tan
frágil. Sintió un pequeño nudo en el estómago, ¿miedo quizás? Fuese lo que
fuese hizo que se separase un poco de ella.
-¿Viste? Te morís porque te
bese –y para completar la estupidez que había hecho, no pudo haber saltado con
otra cosa.
Lali abrió los ojos, y arrugó
la frente. Buenísimo, lo único que había conseguido es hacer el ridículo, y
subirle el ego. No podía ser más tarada.
-Sos un idiota –fue lo único
que murmuró, fulminándole con la mirada, antes de intentar levantarse. Pero el
enredo que tenían formado entre las piernas, y que él la agarrase no ayudo
mucho, y lo único que consiguió fue quedarse sentada sobre él -¿Viste por qué
prefiero salir con él antes que con vos?
-Y, sí, puede ser. Pero hoy
no vas a salir con él
-¿A no? ¿Por qué estás tan
seguro?
-Porque te voy a raptar –le guiño un
ojo con diversión, antes de levantarse. La agarró entre sus brazos,
cargándosela al hombro, acompañada de unos gritos. Salió de la habitación con
ella
Después de todo el camino por
los pasillos entre gritos, pataleos, insultos, intentos de convicción, de
persuasión, ruegos, y finalmente cansancio y silencio, llegaron al parking.
Caminó entre los coches, picando con un mandito que sacó del bolsillo,
señalando coche a coche, hasta que uno al fondo de todo picó. Uno, por decir
algo, porque coche desde luego no se le podía llamar. Cualquiera diría que el
dueño de aquella chatarra la había fabricado el mismo. Era una especie de
furgoneta en gris, en la que del asiento del conductor para atrás estaba
inutilizable de la cantidad de trastos que había, y adelante, en vez de dos
asientos normales con sus cinturones, no había más que un cojín alargado con
una tabla que parecía hacer de respaldo. Pero claro, era no más que la
apariencia. Lo peor llegó cuando la sentó dentro, desde la puerta del
conductor, pues al parecer la otra tampoco estaba en condiciones de ser
utilizable. Lo que había dentro no era normal, aquello no era olor, era una tortura.
Llevaba ya un buen rato
callada, con los morritos bien marcados, una vez que prácticamente la tiró
dentro, se sentó encogida, con una mueca entre odio y asco, que le apuntaban a
él en una mirada fulminante. Pero al parecer, y como todo, eso también le hacía
gracia.
-No está tan mal como parece
–encogió los hombros, con una sonrisa inocente, excusando el ‘vehículo’ como si
la mala cara de su acompañante se debiese a eso. Se sentó a su lado, cerrando
con cuidado la puerta, e introduciendo la llave - ¿no pensás hablarme?
–preguntó antes de arrancar girándose para mirarla –Estás linda enojada,
¿sabías? –dejó ver esa sonrisa, tan característica suya, acercando la mano a su
cara en un intento de caricia.
Pero la morocha reaccionó
antes apartándose, quería gritarle mil cosas más de las que le había gritado, o
no, mejor, prefería el silencio, sabía lo que jodía cuando alguien te ignoraba,
era lo peor. Sin embargo, ni una cosa ni la otra le duró mucho. A penas arrancó
el coche, cambió su cara.
-Para, ¿es joda no? Dale,
dejá la pavada, no vamos a irnos posta ¿no? –dudó, viendo como seguía en sus
intentos de arrancar, aunque el auto no parecía muy por la labor
-¿Para que me comí entonces
todos tus insultos, tus patadas tus amenazas…? ¿Cómo eran esas de…? –se mordió
el labio haciendo el que pensaba, sonriendo divertido –a sí, que me iba a
arrepentir, que…¿tu viejo me va a meter en la cárcel por secuestro? –arrugó la
nariz, negando con la cabeza, de forma burlona –Bué, apuntale la del auto
también
-¿Qué? ¿Cómo el auto? ¿de
quien es el auto? –preguntó exaltada, mirando a un lado y al otro
-Y… esta noche nuestro,
mañana seguramente vuelva a cogerlo el señor Ripoll –encogió los hombros como
si nada, dejando ver una enorme sonrisa cuando al fin arrancó, pisando con
fuerza el acelerador para salir de allá lo antes posible
-¡¿Qué?! ¿Estás loco, Peter?
¿Cómo le vas a robar el coche a un profesor? Esto es un delito, y si te pillan,
si nos pillan… -negó con la cabeza, en medio de sus gritos, intentando abrir la
otra puerta con todas sus fuerzas, pero no iba –¡No voy a ser cómplice de tus
pavadas de pendejo! –advirtió seria, señalándole con un dedo, mientras gateaba
por el asiento, dispuesta a pasarle por encima, para salir por la otra puerta.
Pasó por debajo de su brazo,
pisoteándole, con las rodillas, mientras él hacia el intento de zafarse de
ella, moviendose a un lado y al otro.
-Pará loca, vamos a tener un
accidente –arrugó la frente, moviendo la cabeza a un lado y al otro de ella
–Ui, no pará, por ahí no –murmuró haciendo una muequita de dolor, al sentir un
rodillazo ahí
-Aih no!, ¿te di? Sorry, no
fue mi intención –ironizó, dejando ver su mejor sonrisa falsa, antes de pasar
la cabeza por debajo de su otro lazo, intentando abrir la puerta, ya totalmente
encima de él de rodillas.
-Pará, La, si querés jugar
esperate que frene –apartó la vista de la carretera para mirarle, mostrando una
sonrisa pícara, riendo al toque.
Dio un fuerte volantazo a
proposito que dejó el auto sobre dos ruedas, que hizo que ella no pudiese ni
contestarle como pretendía, al sentir como perdió el equilibrio, e hizo que
ella cayese sobre él
-¿Cómoda? –bromeó al ver como
había quedado sentada sobre su pierna. Estaba totalmente pegada y agarrada a
él, con los ojos cerrados y apretados, sus dedos clavados en su camisa.
Posición que no pretendía cambiar hasta sentir aquel auto parado. Si aquel iba
a ser su final, no quería ni verlo.
Me encanta!! Io tambn kiero k peter m secuestre :P jeje
ResponderEliminarEnhorabuena a la autora.
ResponderEliminarLa verdad es que si todas queemos un Lanzani que nos secuestre y si ya está tan guapo como en la nueva novela en la que está actuando me lo como con el coche en marcha si es necesario.
se pone buena!Espero el otro!
ResponderEliminarBuenisimooooo otro mas
ResponderEliminarmuy buenoooooooooooo!
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