Un silencio les inundó de
nuevo, en el que solo se escuchaban los rayos en el cielo que señalaban que
pronto iba a llover, y de pronto una voz sobre sus cabezas. Cuando ambos
miraron hacia arriba vieron un montón de cabezas asomadas a una ventana.
-¿Qué hace tu familia en mi
casa? –preguntó Peter, con el ceño fruncido sin entender nada
Tras las insistencias que le
llegaban de arriba terminaron por subir. Peter no se tuvo que molestar en sacar
las llaves, la puerta, de la tercera planta, al fondo de aquel pequeño y oscuro
pasillo, estaba abierta. Se hizo a un lado, dejándola pasar primero a ella, y
después entró el cerrando la puerta tras de sí. Lali miró todo con curiosidad,
a pesar de que únicamente separaba su bloque del de él un pequeño callejón, era
muy diferente al suyo. Era uno de esos bloques antiguos, en ruinas, y un gran
punto de mira para aquellos constructores, que al igual que estaban haciendo
con todo el barrio, no ven la hora de que se quede vacía, derribarlo y
construir pisos de lujos, como era el suyo.
Miró todo curiosa, cada
detalle por insignificante que fuese, pero había algo que le llamaba la
atención por encima de todo, ¿qué hacia toda su familia ahí, en el salón de la
casa de Peter Lanzani, con su abuela y su hermana? Ambos se quedaron de pie,
frente a todos los demás, rígidos y serios, en silencio, esperando que alguien
les aclarase algo.
-Prefiero no preguntar ni de
dónde venís, ni porqué no estás en el colegio, ni mucho menos que hacés con
este chico –comentó, Adolfo, el padre de Lali, en un tono serio y poco amigable
-Vamos a pasar la noche acá
hoy, Lali –saltó Benicio, dando unos pasitos, pasando de un bando al otro y
colocándose entre su hermana y el otro morocho, marcando la distancia –Hubo un
problema con las cañerías en nuestro bloque y…
-Yo insistí en ir a un hotel
–interrumpió Sofi, en forma de protesta
-Pero, Carmen, la abuela de
tu amiguito insistió en que nos quedásemos acá
Lali se mojó los labios,
procesando la información, mirando rostro por rostro a cada uno de sus
familiares, en los que se podía ver a leguas la incomodidad de estar en aquel
sitio. Entonces fijó la mirada en la abuela de Peter, que la saludaba con una
gran sonrisa.
-La hermanita de la caridad
resultaste ser vos –murmuró Peter en un tono burlón, acercándose luego a su
abuela y besando su mejilla, antes de agacharse y alzar a su hermana en brazos
-¿Y me explicás como vamos a hacer para dormir todos?
-Y, no sé, ya nos la
apañaremos –sonrió la abuela, con una voz tan dulce y tan amable, que parecía
la típica ancianita a la que no se le podía decir que no –Te esperaba a vos,
pero tampoco sabía que venías con compañía –le dio un codazo por lo bajito,
mostrando una pequeña sonrisa que mostraba cierta complicidad
-Y…yo tampoco lo sabía
–murmuró Peter, carraspeando y pasándose una manita por el pelo,
despeinándoselo, como siempre mostrando ahí su nerviosismo del momento
-Bueno, Ceci andá a bañarte –cambió
radicalmente de tema la abuela –Sofía madre y Sofía hija pueden dormir en su
habitación, y que Ceci duerma con vos o conmigo. Adolfo y Benicio pueden dormir
en los sofás y…
-Y La, puede dormir conmigo
–la interrumpió Peter, mirándola a ella, con complicidad, mostrando una sonrisa
divertida.
Pero al parecer fue al único
que lo hizo gracia. Los mofletes de Lali se sonrojaron de forma notable, al
notar como de un instante al otro la mirada furtiva de toda su familia se puso
sobre ella.
-¿No preferís dormir conmigo?
–ironizó Benicio, fulminándole con la mirada
-Bueh, pará, era un chiste no
más –alzó las manitas con diversión
Los momentos de tensión
fueron bajando cuando cada uno se puso a la suya, entre unos con la ducha,
otros con el fútbol, la comida… Lo único que necesitaban era distracción, para
olvidarse de ella, de aquel comienzo de convivencia. Después de la cena, su
familia se sentó en los sofás, y la otra familia empezó a recoger la mesa
desapareciendo al final del pasillo. Lali dudó bastante a dónde dirigirse, y
finalmente apareció en la cocina con las manos cargadas de cosas de la mesa.
-¿Dónde pongo esto? –preguntó
asomando la cabeza entre tantas cosas
-Ahia, no tenías porqué. Dejá
que te ayude linda –contestó Carmen al verla, acercándose a ella y sacándole
las cosas de encima –Ayudala Ceci, enseñale dónde va cada cosa
-Vení esto es acá –sonó una
vocecita desde abajo, recordaba la última vez que había visto a Ceci, desde
luego no había sido el mejor encuentro.
La enana le indicó cada
detalle, y juntas recogieron todo lo que quedaba en la mesa.
-Ya es todo, podés sentarte
con tu familia a ver la tele –encogió los hombros la enana, dispuesta a irse a
la cocina de nuevo
-¿Vos no querés ver la tele?
-No me gusta el fútbol,
además prefiero ayudar a mi abuela
-¿Ayudar? Pero si ya
recogimos todo ¿no?
-Si, pero está haciendo
galletas, ¿querés ayudarnos?
La cocina nunca había sido lo
suyo, aunque tampoco había tenido nunca la oportunidad de probarlo, y eso de
hacer galletas no sonaba nada mal. Asintió con la cabeza, y sin darle tiempo a
nada la pequeña le había agarrado la mano y la había arrastrado a la cocina.
Nunca pensó realmente que aquello fuese tan divertido, ni siquiera se dio
cuenta como pasó el tiempo. Se había reído, había hablado y sobre todo había
escuchado. Era increíble lo que hablaba aquella enana cuando se le daba cuerda.
Había escuchado las historias de cada una de sus amigas, profesoras, chicos,
perros… También tenía que destacar la dulzura de Carmen, y aquel amor que se
veía que sentía hacia sus nietos, se reflejaba en cada una de las cosas que les
contaba de ellos, anécdotas de cada día, historias de cuando eran más pequeños.
Era asombroso, a penas llevaba ahí unas horas, y se sentía como en casa, tan
acogida como si fuese su propia familia.
A penas estaban terminando
con todo, las galletas estaban en el horno, y ahora todo era un reguero, ellas
tres estaban blancas, y la cocina no era menos. Podía hacerse una idea de la
que se vendría en casa si fuese su cocina, pero por el contrario, allá lo único
que había eran risas y más risas, tantas que ni se dio cuenta de que no estaban
las tres solas.
-A bueno, que bien me
sustituyeron ¿eh? –aquella voz, que conocía ya bastante bien, hizo que parara
con la risa, para girarse a mirarle.
La cara de Peter intentaba
mostrar decepción, apretando los labios y asintiendo la cabeza como si se
hiciese el ofendido, pero la sonrisa que asomaba en sus labios delataban que
simplemente estaba jodiendo.
-¿Viste? Se me da mejor que a
vos –bromeó dando un pasito hacia él, dándole con el dedo en la nariz y
manchándola con harina. Soltó una pequeña risita.
El morocho alzó las cejas,
bajando la mirada intentando verse la nariz, pero lo único que consiguió fue
que saltasen más risas alrededor
-A mirá vos, está chistosa,
la petiza –bromeó, haciéndole un guiño a su hermana de complicidad, riendo al
bajar la mirada a la morocha, la cual no era la mejor por como la había llamado
Pero las risas se le
cortaron, cuando vino el contraataque. Lali llevó las manitas a la cara de él
pringándole entero de harina, volviendo a reírse
-Pará loca –gritó riendo,
llevando sus manos a su cintura alzándola en el aire, entre risas
Ambos entre aquella especie
de pelea de harina y risas se olvidaron por completo de que no estaban solos.
Enfrente de ellos Carmen y Ceci, cruzadas de brazos, miraban la escena con una
sonrisa divertida y tierna en sus bocas.
-¿Viste? Te dije que esta le
gustaba de verdad
Fue entonces cuando los otros
dos, ya todos harinados, pararon con las risas. Peter soltó a Lali en el suelo,
aunque se quedó abrazándola por la espalda, por si acaso se venía un nuevo
ataque. Mientras esta, intentando soltarse aun con algunas risas, no se atrevía
ni a mirar a las otras dos después de aquello; probablemente estaría más roja
que un tomate
-Eh…sí –carraspeó Peter, sin
saber como salir de aquello. Clavó su mirada en su hermana - ¿no deberías
lavarte vos? ¿Y ponerte el pijama?
-¿Querés que vaya con vos?
Así me lavo yo también –se ofreció Lali, mirando a la enana –si me dejás
–bromeó subiendo la vista a Peter, para que la soltase
-Si, obvio, te dejo –bromeó,
soltándola –dale Ceci, andá con Lali
La enana no se pensó mucho el
agarrarse de nuevo a la morocha y salir con esta por la puerta en dirección al
cuarto de baño. Mientras salieron Peter se quedó mirando a la puerta,
mordiéndose el labio, y con una sonrisa en su boca. Salió de sus pensamientos
cuando sintió un brazo que le rodeaba por la cintura, y un beso en su hombro.
Bajó un poco la vista, para dedicarle una sonrisa a su abuela.
-¿Sabés que nunca te vi tan
contento? No sabés lo feliz que me pone verte así –sonrió separándose de él y
buscando un trapo con el que sacudirse la cara –Cuando Ceci me contó alarmada
que te habías enamorado, la verdad no la creí –rio, avanzando hacia él limpiándole
la cara con el trapo
-No estoy enamorado, abu
–murmuró como pudo entre algunas risas intentando zafarse del trapo
-¿No? Bueno, deciselo a tu
cara, que no se enteró
-Te encanta dramatizar todo,
¿a quien iba a salir la enana si no? –negó con la cabeza, en un tono más que
dramático. Era algo de familia ya
-Es hermosa, y buena chica,
además se nota que te quiere que es lo importante; sé lo que te digo –le señaló
con el dedito –no la dejés escapar
-Vamos mejor a ver como van
¿no? –señaló la puerta con los deditos, dejando ver una sonrisa en sus labios,
que mostraba que había escuchado a la perfección su consejo.
Carmen sonrió y asintió,
salieron de la cocina, pero antes de llegar, Peter se paró alado de la puerta,
escuchando las risas que provenían de dentro. Se asomó y vio dentro del baño,
con el grifo abierto y las manos bajo este se encontraban Lali y Ceci entre
risas y salpicándose una a la otra agua.
-¿Qué pasó acá? –preguntó
Peter, apoyándose en la puerta de lado, con una sonrisa divertida
-Nada –murmuró Ceci entre
risas, con una sonrisa pillina –es un secreto
-A bueno, ¿ahora tenés
secretos con ella? ¿Ni a mi me lo vas a contar?
-No, ni a vos –interrumpió
Lali, sacándole la lengua
Ceci encogió los hombros, como
si así se sacase la culpa de encima. Peter se mordió el labio y dio un par de
pasos hacia dentro, agarrando la toalla y secándole la cara a su hermana.
-Mirá como estás, te pusiste
peor aun, ahora te vas a tener que cambiar entera, dale vamos
-¿Vos no venís? Así puedo
enseñarte mis muñecas
-No Ceci, dejala a Lali que
se duche y se acomode mejor, seguro quiere irse ya a dormir
-Si, creo que será lo mejor, ha
sido un largo día, por la mañana me las enseñás y jugamos todo lo que quieras
¿sí?
Ceci asintió, pero antes de
irse le dio un beso de buenas noches. Peter las miró sin entender nada, pero
prefiriendo no preguntar, ya tendrían tiempo para eso. Salió de allá con la
enana. Lali fue la que ahora se quedó mirándoles desde la puerta, pero no
estaba sola. Una risita se escuchó a su espalda. Se giró y sonrió al ver a
Carmen, la cual había estado ahí observando todo.
-No sé como lo hiciste, no
son fáciles de ganar estos dos, y no sé cual es peor –sonrió entrando al baño
con ella, buscando una toalla en los armarios
-No hice nada, yo –encogió
los hombros, sonriendo con cierta timidez
-Son buenos chicos
-Ceci es un encanto, aunque
no empezamos muy bien, parece que va mejorando la cosa –sonrió recordando el
primer encuentro, y como a medida que había avanzando aquella noche, había ido
cambiando todo –Y Peter… -suspiró, negando con la cabeza –es increíble
-Cecilia es muy celosa, nunca
soportó a las novias de su hermano, no lo hace de mala, es buena niña, solo es
chica y tiene miedo a que el hermano crezca y la cambie por otra –sonrió
acercándose a ella, tendiéndole la toalla –Y Peter, es especial, no fue fácil
como creció, tuvo que crecer muy pronto, y quizás no todo lo haga de las
mejores formas, pero es un buen chico, duro, no le gusta mostrar lo que siente,
pero es bueno en el fondo
-Lo sé
-Y lo tenés loco
-¿Él te lo dijo? –abrió los
ojos como platos, ante aquella confesión
-Soy su abuela, no necesito
que me diga las cosas para saberlas, se como te mira y te aseguro que nunca
estuvo así con nadie –sonrió con cierta ternura –hacia tiempo que no lo veía
tan feliz, y es desde que te conoció a vos
-Pero yo no…
-También veo como lo mirás
vos, soy vieja y me doy cuenta de las cosas. Y no es porque sea mi nieto…-alzó
las manos con una sonrisa divertida –Quizás no sea el chico con más clase, más
modales o más plata pero…
-Ya sé –sonrió asintiendo con
la cabeza
-No le rompás el corazón
–sonrió con un tono más bien de broma que de advertencia, dejando una caricia
en cara de la morocha, antes de salir del baño para dejarla ducharse en paz.
Durante unos segundos Lali se
quedó mirándose al espejo, sonriendo como una tarada, recordando pequeños
momentos que había vivido con él, a la vez que recordaba la charla con Carmen.
Al otro lado de aquel pequeño
piso, en el cuarto de Peter, este le estaba cambiando el pijama a Ceci. Desde
que habían salido del baño, no habían mencionado nada de lo que en verdad se le
pasaba al uno y al otro por la cabeza. Ceci saltaba en la cama de Peter,
contando historias de las suyas, mientras su hermano la miraba embobado, era
increíble lo que podía querer a una cosita tan pequeña, y que hablaba tanto.
Sin previo aviso la agarró en el aire y se la tiró encima, llenándola de besos.
-Pará Piti, ¿qué te entro? Me
estás baboseando entera –gritó entre risas intentando zafar de su hermano
-¿Sabés que sos lo que más
amo en el mundo? –preguntó en un tono tierno parando con los besos -¿Te lo dije
alguna vez?
-Y…todos los días –bromeó mostrando
una sonrisa inocente, riendo después
-A bueno!, estamos
graciositos hoy –dramatizó negando con la cabeza, para volver a mirarle
mostrando una sonrisa –Gracias
-¿Por?
-Por Lali, no sabés lo feliz
que me hizo verlas a las dos juntas, bien
-No está tan mal –llevó la
boquita a un lado como si lo pensase –No es tan cheta insoportable, tenías
razón
-¿Por qué cambiaste tanto con
ella tan rápido?
-Y…que se yo –encogió los
hombros mirando a otro lado –cuando terminamos de cenar, todos los chetos se
sentaron, y ella nos ayudó a limpiar todo, después nos quiso ayudar a hacer
galletas, y nos reímos mucho
-Qué linda que es –murmuró
pensando más bien en alto, sonriendo
-Mirá la cara de tarado que
ponés –se burló de él dándole con la mano en la cara riéndose –Pero sí es
linda, y no es como las otras
-¿Viste? Te dije que era
especial, es distinta
-Además, me gusta verte tan
contento, se te ve feliz
-¿Vos hablaste con la abu?
–arrugó la nariz con cierta diversión, era mucha casualidad que le dijeran lo
mismo en menos de una hora
-¿Yo? –negó con la cabeza
poniendo su mejor cara de inocente –Me gusta, quiero que sea tu novia, y que
venga más, mañana vamos a jugar con mis muñecas, ¿vas a jugar con nosotras?
Además dice que me va a enseñar un par de truquitos con el chico que… -arrugó
la frente, al ver como la cara de su hermano cambiaba a medida que avanzaba con
aquello. Rió con inocencia y nerviosismo –Entonces, ¿mañana jugás a las muñecas
con nosotras, no?
-Explicame bien…
No pudo acabar la frase, algo
le interrumpió, el sonido de la puerta abriéndose, y aquella figura que asomaba
por la puerta, y que para nada esperaban a esa hora, cuando se suponía que ya
todos estaban acostados.
Muy entretenida!
ResponderEliminarSuuubi masssssssssss
ResponderEliminarMe encanta la tipica estampa familiar haciendo galletas Carmen y Ceci son de las mias jajajaja quiero ver el siguiente lo antesposible asi queescribe escribe escribe¡¡
ResponderEliminaraaa me encanta te lo juro, quiero ver el suiguiente cap pronto, son muy tiernos lali y peter, me los imagino ahi jugando cn la harina.... jjejej
ResponderEliminarEres una genia, intenta subir pronto el proximo capitulo :)
me encantaaa!
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaaas tiernos! (L)
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