viernes, 25 de mayo de 2012

Capítulo 9








Un silencio les inundó de nuevo, en el que solo se escuchaban los rayos en el cielo que señalaban que pronto iba a llover, y de pronto una voz sobre sus cabezas. Cuando ambos miraron hacia arriba vieron un montón de cabezas asomadas a una ventana.
-¿Qué hace tu familia en mi casa? –preguntó Peter, con el ceño fruncido sin entender nada
Tras las insistencias que le llegaban de arriba terminaron por subir. Peter no se tuvo que molestar en sacar las llaves, la puerta, de la tercera planta, al fondo de aquel pequeño y oscuro pasillo, estaba abierta. Se hizo a un lado, dejándola pasar primero a ella, y después entró el cerrando la puerta tras de sí. Lali miró todo con curiosidad, a pesar de que únicamente separaba su bloque del de él un pequeño callejón, era muy diferente al suyo. Era uno de esos bloques antiguos, en ruinas, y un gran punto de mira para aquellos constructores, que al igual que estaban haciendo con todo el barrio, no ven la hora de que se quede vacía, derribarlo y construir pisos de lujos, como era el suyo.
Miró todo curiosa, cada detalle por insignificante que fuese, pero había algo que le llamaba la atención por encima de todo, ¿qué hacia toda su familia ahí, en el salón de la casa de Peter Lanzani, con su abuela y su hermana? Ambos se quedaron de pie, frente a todos los demás, rígidos y serios, en silencio, esperando que alguien les aclarase algo.
-Prefiero no preguntar ni de dónde venís, ni porqué no estás en el colegio, ni mucho menos que hacés con este chico –comentó, Adolfo, el padre de Lali, en un tono serio y poco amigable
-Vamos a pasar la noche acá hoy, Lali –saltó Benicio, dando unos pasitos, pasando de un bando al otro y colocándose entre su hermana y el otro morocho, marcando la distancia –Hubo un problema con las cañerías en nuestro bloque y…
-Yo insistí en ir a un hotel –interrumpió Sofi, en forma de protesta
-Pero, Carmen, la abuela de tu amiguito insistió en que nos quedásemos acá
Lali se mojó los labios, procesando la información, mirando rostro por rostro a cada uno de sus familiares, en los que se podía ver a leguas la incomodidad de estar en aquel sitio. Entonces fijó la mirada en la abuela de Peter, que la saludaba con una gran sonrisa.
-La hermanita de la caridad resultaste ser vos –murmuró Peter en un tono burlón, acercándose luego a su abuela y besando su mejilla, antes de agacharse y alzar a su hermana en brazos -¿Y me explicás como vamos a hacer para dormir todos?
-Y, no sé, ya nos la apañaremos –sonrió la abuela, con una voz tan dulce y tan amable, que parecía la típica ancianita a la que no se le podía decir que no –Te esperaba a vos, pero tampoco sabía que venías con compañía –le dio un codazo por lo bajito, mostrando una pequeña sonrisa que mostraba cierta complicidad
-Y…yo tampoco lo sabía –murmuró Peter, carraspeando y pasándose una manita por el pelo, despeinándoselo, como siempre mostrando ahí su nerviosismo del momento
-Bueno, Ceci andá a bañarte –cambió radicalmente de tema la abuela –Sofía madre y Sofía hija pueden dormir en su habitación, y que Ceci duerma con vos o conmigo. Adolfo y Benicio pueden dormir en los sofás y…
-Y La, puede dormir conmigo –la interrumpió Peter, mirándola a ella, con complicidad, mostrando una sonrisa divertida.
Pero al parecer fue al único que lo hizo gracia. Los mofletes de Lali se sonrojaron de forma notable, al notar como de un instante al otro la mirada furtiva de toda su familia se puso sobre ella.
-¿No preferís dormir conmigo? –ironizó Benicio, fulminándole con la mirada
-Bueh, pará, era un chiste no más –alzó las manitas con diversión

Los momentos de tensión fueron bajando cuando cada uno se puso a la suya, entre unos con la ducha, otros con el fútbol, la comida… Lo único que necesitaban era distracción, para olvidarse de ella, de aquel comienzo de convivencia. Después de la cena, su familia se sentó en los sofás, y la otra familia empezó a recoger la mesa desapareciendo al final del pasillo. Lali dudó bastante a dónde dirigirse, y finalmente apareció en la cocina con las manos cargadas de cosas de la mesa.
-¿Dónde pongo esto? –preguntó asomando la cabeza entre tantas cosas
-Ahia, no tenías porqué. Dejá que te ayude linda –contestó Carmen al verla, acercándose a ella y sacándole las cosas de encima –Ayudala Ceci, enseñale dónde va  cada cosa
-Vení esto es acá –sonó una vocecita desde abajo, recordaba la última vez que había visto a Ceci, desde luego no había sido el mejor encuentro.
La enana le indicó cada detalle, y juntas recogieron todo lo que quedaba en la mesa.
-Ya es todo, podés sentarte con tu familia a ver la tele –encogió los hombros la enana, dispuesta a irse a la cocina de nuevo
-¿Vos no querés ver la tele?
-No me gusta el fútbol, además prefiero ayudar a mi abuela
-¿Ayudar? Pero si ya recogimos todo ¿no?
-Si, pero está haciendo galletas, ¿querés ayudarnos?
La cocina nunca había sido lo suyo, aunque tampoco había tenido nunca la oportunidad de probarlo, y eso de hacer galletas no sonaba nada mal. Asintió con la cabeza, y sin darle tiempo a nada la pequeña le había agarrado la mano y la había arrastrado a la cocina. Nunca pensó realmente que aquello fuese tan divertido, ni siquiera se dio cuenta como pasó el tiempo. Se había reído, había hablado y sobre todo había escuchado. Era increíble lo que hablaba aquella enana cuando se le daba cuerda. Había escuchado las historias de cada una de sus amigas, profesoras, chicos, perros… También tenía que destacar la dulzura de Carmen, y aquel amor que se veía que sentía hacia sus nietos, se reflejaba en cada una de las cosas que les contaba de ellos, anécdotas de cada día, historias de cuando eran más pequeños. Era asombroso, a penas llevaba ahí unas horas, y se sentía como en casa, tan acogida como si fuese su propia familia.
A penas estaban terminando con todo, las galletas estaban en el horno, y ahora todo era un reguero, ellas tres estaban blancas, y la cocina no era menos. Podía hacerse una idea de la que se vendría en casa si fuese su cocina, pero por el contrario, allá lo único que había eran risas y más risas, tantas que ni se dio cuenta de que no estaban las tres solas.
-A bueno, que bien me sustituyeron ¿eh? –aquella voz, que conocía ya bastante bien, hizo que parara con la risa, para girarse a mirarle.
La cara de Peter intentaba mostrar decepción, apretando los labios y asintiendo la cabeza como si se hiciese el ofendido, pero la sonrisa que asomaba en sus labios delataban que simplemente estaba jodiendo.
-¿Viste? Se me da mejor que a vos –bromeó dando un pasito hacia él, dándole con el dedo en la nariz y manchándola con harina. Soltó una pequeña risita.
El morocho alzó las cejas, bajando la mirada intentando verse la nariz, pero lo único que consiguió fue que saltasen más risas alrededor
-A mirá vos, está chistosa, la petiza –bromeó, haciéndole un guiño a su hermana de complicidad, riendo al bajar la mirada a la morocha, la cual no era la mejor por como la había llamado
Pero las risas se le cortaron, cuando vino el contraataque. Lali llevó las manitas a la cara de él pringándole entero de harina, volviendo a reírse
-Pará loca –gritó riendo, llevando sus manos a su cintura alzándola en el aire, entre risas
Ambos entre aquella especie de pelea de harina y risas se olvidaron por completo de que no estaban solos. Enfrente de ellos Carmen y Ceci, cruzadas de brazos, miraban la escena con una sonrisa divertida y tierna en sus bocas.
-¿Viste? Te dije que esta le gustaba de verdad
Fue entonces cuando los otros dos, ya todos harinados, pararon con las risas. Peter soltó a Lali en el suelo, aunque se quedó abrazándola por la espalda, por si acaso se venía un nuevo ataque. Mientras esta, intentando soltarse aun con algunas risas, no se atrevía ni a mirar a las otras dos después de aquello; probablemente estaría más roja que un tomate
-Eh…sí –carraspeó Peter, sin saber como salir de aquello. Clavó su mirada en su hermana - ¿no deberías lavarte vos? ¿Y ponerte el pijama?
-¿Querés que vaya con vos? Así me lavo yo también –se ofreció Lali, mirando a la enana –si me dejás –bromeó subiendo la vista a Peter, para que la soltase
-Si, obvio, te dejo –bromeó, soltándola –dale Ceci, andá con Lali
La enana no se pensó mucho el agarrarse de nuevo a la morocha y salir con esta por la puerta en dirección al cuarto de baño. Mientras salieron Peter se quedó mirando a la puerta, mordiéndose el labio, y con una sonrisa en su boca. Salió de sus pensamientos cuando sintió un brazo que le rodeaba por la cintura, y un beso en su hombro. Bajó un poco la vista, para dedicarle una sonrisa a su abuela.
-¿Sabés que nunca te vi tan contento? No sabés lo feliz que me pone verte así –sonrió separándose de él y buscando un trapo con el que sacudirse la cara –Cuando Ceci me contó alarmada que te habías enamorado, la verdad no la creí –rio, avanzando hacia él limpiándole la cara con el trapo
-No estoy enamorado, abu –murmuró como pudo entre algunas risas intentando zafarse del trapo
-¿No? Bueno, deciselo a tu cara, que no se enteró
-Te encanta dramatizar todo, ¿a quien iba a salir la enana si no? –negó con la cabeza, en un tono más que dramático. Era algo de familia ya
-Es hermosa, y buena chica, además se nota que te quiere que es lo importante; sé lo que te digo –le señaló con el dedito –no la dejés escapar
-Vamos mejor a ver como van ¿no? –señaló la puerta con los deditos, dejando ver una sonrisa en sus labios, que mostraba que había escuchado a la perfección su consejo.
Carmen sonrió y asintió, salieron de la cocina, pero antes de llegar, Peter se paró alado de la puerta, escuchando las risas que provenían de dentro. Se asomó y vio dentro del baño, con el grifo abierto y las manos bajo este se encontraban Lali y Ceci entre risas y salpicándose una a la otra agua.
-¿Qué pasó acá? –preguntó Peter, apoyándose en la puerta de lado, con una sonrisa divertida
-Nada –murmuró Ceci entre risas, con una sonrisa pillina –es un secreto
-A bueno, ¿ahora tenés secretos con ella? ¿Ni a mi me lo vas a contar?
-No, ni a vos –interrumpió Lali, sacándole la lengua
Ceci encogió los hombros, como si así se sacase la culpa de encima. Peter se mordió el labio y dio un par de pasos hacia dentro, agarrando la toalla y secándole la cara a su hermana.
-Mirá como estás, te pusiste peor aun, ahora te vas a tener que cambiar entera, dale vamos
-¿Vos no venís? Así puedo enseñarte mis muñecas
-No Ceci, dejala a Lali que se duche y se acomode mejor, seguro quiere irse ya a dormir
-Si, creo que será lo mejor, ha sido un largo día, por la mañana me las enseñás y jugamos todo lo que quieras ¿sí?
Ceci asintió, pero antes de irse le dio un beso de buenas noches. Peter las miró sin entender nada, pero prefiriendo no preguntar, ya tendrían tiempo para eso. Salió de allá con la enana. Lali fue la que ahora se quedó mirándoles desde la puerta, pero no estaba sola. Una risita se escuchó a su espalda. Se giró y sonrió al ver a Carmen, la cual había estado ahí observando todo.
-No sé como lo hiciste, no son fáciles de ganar estos dos, y no sé cual es peor –sonrió entrando al baño con ella, buscando una toalla en los armarios
-No hice nada, yo –encogió los hombros, sonriendo con cierta timidez
-Son buenos chicos
-Ceci es un encanto, aunque no empezamos muy bien, parece que va mejorando la cosa –sonrió recordando el primer encuentro, y como a medida que había avanzando aquella noche, había ido cambiando todo –Y Peter… -suspiró, negando con la cabeza –es increíble
-Cecilia es muy celosa, nunca soportó a las novias de su hermano, no lo hace de mala, es buena niña, solo es chica y tiene miedo a que el hermano crezca y la cambie por otra –sonrió acercándose a ella, tendiéndole la toalla –Y Peter, es especial, no fue fácil como creció, tuvo que crecer muy pronto, y quizás no todo lo haga de las mejores formas, pero es un buen chico, duro, no le gusta mostrar lo que siente, pero es bueno en el fondo
-Lo sé
-Y lo tenés loco
-¿Él te lo dijo? –abrió los ojos como platos, ante aquella confesión
-Soy su abuela, no necesito que me diga las cosas para saberlas, se como te mira y te aseguro que nunca estuvo así con nadie –sonrió con cierta ternura –hacia tiempo que no lo veía tan feliz, y es desde que te conoció a vos
-Pero yo no…
-También veo como lo mirás vos, soy vieja y me doy cuenta de las cosas. Y no es porque sea mi nieto…-alzó las manos con una sonrisa divertida –Quizás no sea el chico con más clase, más modales o más plata pero…
-Ya sé –sonrió asintiendo con la cabeza
-No le rompás el corazón –sonrió con un tono más bien de broma que de advertencia, dejando una caricia en cara de la morocha, antes de salir del baño para dejarla ducharse en paz.

Durante unos segundos Lali se quedó mirándose al espejo, sonriendo como una tarada, recordando pequeños momentos que había vivido con él, a la vez que recordaba la charla con Carmen.
Al otro lado de aquel pequeño piso, en el cuarto de Peter, este le estaba cambiando el pijama a Ceci. Desde que habían salido del baño, no habían mencionado nada de lo que en verdad se le pasaba al uno y al otro por la cabeza. Ceci saltaba en la cama de Peter, contando historias de las suyas, mientras su hermano la miraba embobado, era increíble lo que podía querer a una cosita tan pequeña, y que hablaba tanto. Sin previo aviso la agarró en el aire y se la tiró encima, llenándola de besos.
-Pará Piti, ¿qué te entro? Me estás baboseando entera –gritó entre risas intentando zafar de su hermano
-¿Sabés que sos lo que más amo en el mundo? –preguntó en un tono tierno parando con los besos -¿Te lo dije alguna vez?
-Y…todos los días –bromeó mostrando una sonrisa inocente, riendo después
-A bueno!, estamos graciositos hoy –dramatizó negando con la cabeza, para volver a mirarle mostrando una sonrisa –Gracias
-¿Por?
-Por Lali, no sabés lo feliz que me hizo verlas a las dos juntas, bien
-No está tan mal –llevó la boquita a un lado como si lo pensase –No es tan cheta insoportable, tenías razón
-¿Por qué cambiaste tanto con ella tan rápido?
-Y…que se yo –encogió los hombros mirando a otro lado –cuando terminamos de cenar, todos los chetos se sentaron, y ella nos ayudó a limpiar todo, después nos quiso ayudar a hacer galletas, y nos reímos mucho
-Qué linda que es –murmuró pensando más bien en alto, sonriendo
-Mirá la cara de tarado que ponés –se burló de él dándole con la mano en la cara riéndose –Pero sí es linda, y no es como las otras
-¿Viste? Te dije que era especial, es distinta
-Además, me gusta verte tan contento, se te ve feliz
-¿Vos hablaste con la abu? –arrugó la nariz con cierta diversión, era mucha casualidad que le dijeran lo mismo en menos de una hora
-¿Yo? –negó con la cabeza poniendo su mejor cara de inocente –Me gusta, quiero que sea tu novia, y que venga más, mañana vamos a jugar con mis muñecas, ¿vas a jugar con nosotras? Además dice que me va a enseñar un par de truquitos con el chico que… -arrugó la frente, al ver como la cara de su hermano cambiaba a medida que avanzaba con aquello. Rió con inocencia y nerviosismo –Entonces, ¿mañana jugás a las muñecas con nosotras, no?
-Explicame bien…
No pudo acabar la frase, algo le interrumpió, el sonido de la puerta abriéndose, y aquella figura que asomaba por la puerta, y que para nada esperaban a esa hora, cuando se suponía que ya todos estaban acostados.

6 comentarios:

  1. Lina (@Lina_AR12)25 de mayo de 2012, 16:50

    Muy entretenida!

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  2. Me encanta la tipica estampa familiar haciendo galletas Carmen y Ceci son de las mias jajajaja quiero ver el siguiente lo antesposible asi queescribe escribe escribe¡¡

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  3. aaa me encanta te lo juro, quiero ver el suiguiente cap pronto, son muy tiernos lali y peter, me los imagino ahi jugando cn la harina.... jjejej
    Eres una genia, intenta subir pronto el proximo capitulo :)

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  4. Maaaaaaaaaaaaaaaas tiernos! (L)

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