Miércoles temprano, el día
empieza con una dura y difícil clase de gimnasia. Con una fuerte lluvia fuera y
un terrible frío dentro de aquel enorme gimnasio del polideportivo al que iban
cuando llovía.
Correr es la solución para
entrar el calor, era la frase favorita de la profesora, aunque lo que realmente
quería decir, correr, descanso para mí, tortura para vosotros. ¿Por qué correr?
¿y a esa hora? No tenía ni que ser bueno para la salud.
Cuando aquella mañana Lali
vio la lluvia por la ventana, decidió directamente ni levantarse. Pero las
sábanas que cubrían su cabeza fueron arrebatadas por sus amigas, las que,
arrastras la habían acabado llevando hasta allí. Estaba casi más dormida que
despierta, abrazada desde atrás a su amiga Candela que tiraba de ella, mientras
esta tenía la cabeza hundida en su espalda, con los ojos cerrados, en un
intento de seguir durmiendo.
-¿Me explicáis algo? ¿Por qué
tanto empeño en venir? –preguntó a regañadientes
Algunas se rieron mientras
pararon, señal de que ya estaban allá.
-Por esto –inquirió Candela
Entonces Lali, hizo su
esfuerzo en levantar cabeza, para encontrarse con aquello.
Aquel no era el patio del
colegio dónde estaban ellas, y el resto de la clase, aquello era un gimnasio
como dios manda, no solo con los colegios que acababan allá haciendo gimnasia
por no poderla hacer en sus respectivos sitios por la lluvia, si no que había
gente de fuera. ¡Y que gente!
-Estos son hombres, no lo que
hay en clase –sonrió Euge, poniéndose alado de sus amigas, observando el
panorama.
Un ring de boxeo, máquinas,
sacos, bicis… y aquellos respectivos cuerpos en estos. Cualquiera que tuviese
ojos, y gusto, habría acabado con la cara de las tres chicas. Los ojos como si
se fuesen a salir de sus orbitas, y más de una boca en forma de O, de ¡Oh dios
mío!
-¿Vamos? –preguntó Euge, sin
esperar respuesta antes de adelantarse en entrar, ya centrada en un pequeño
grupo en las máquinas de correr.
Lali miró algo insegura a
Cande, que encogió los hombros, dejando ves una sonrisa de lado, la cual se
borró al encontrarse una imagen que no le gustó para nada, a un lado algo más
atrás de su amiga.
-Eh, si, vamos mejor
–insistió, con algo de prisa tirando de su amiga
Lali arrugó la frente al
notar el cambio en su amiga, y como prácticamente tiraba de ella, pero con la
mirada clavada en otro lado. Entonces fue cuando se encontró con la escena, al
llevar la vista a dónde la tenía su amiga.
La cara de Lali cambió por
completo, una inmensa furia le entraron de repente, un raro instinto asesino le
recorrió su cuerpo cuando se encontró con que no solo ellas parecían haberse
fijado en los chicos de allá, si no que los chicos de su clase también habían
encontrado nuevas amigas al parecer, y en concreto, cierto morocho, que estaba
sentado en un banco, con una rubia impresionante sentada sobre sus piernas, y
tres morochas más a su alrededor. Algo le decía que justamente de matemáticas
no andaban hablando, quizás eran las risas, los mimitos en el pelo, o aquella
forma de comer con la mirada.
Ni siquiera le dio tiempo a
decir nada, ni siquiera escuchó las palabras de su amiga, cuando sonó el pitido
de la profesora. ¡Buenísimo! Como si no fuese poco, aun tenían que dar la
estúpida clase.
Salieron de las sala de
máquinas y entraron a una enorme pisa de atletismo cubierta. Imitó a su
profesora a la misma vez que estaba soltaba la misma frase de siempre sobre
correr, y bufó al final. Las chicas la miraron arrugando la nariz y riendo,
hasta que la profesora las mandó a callar.
Lali suspiró, y comenzó a
estirar, preparándose para comenzar la tortura de aquella asignatura. Algo
alejada de las chicas, con pocas ganas de entrar en sus charlas, al menos no
ahora.
Estaba muy sumergida en sus
pensamientos, tanto que no salió hasta que sintió como unos brazos rodeaban su
cintura por atrás, y un beso se depositaba en su mejilla. No tenía que pensar
mucho para saber quien era, reconocería sus manos, su olor y sus labios en
cualquier parte del mundo.
-Buenos días, linda –susurró
a su oído, con una sonrisa de las suyas en su cara.
Apartó la cara con
brusquedad, llevando las manos sobre las suyas y sacándoselas de encima.
Peter arrugó la frente, con
confusión ante aquella reacción de la morocha.
-Epa! ¿Qué pachó? –preguntó
con diversión, poniéndose delante de ella
Pero no obtuvo respuesta.
Lali, sin ni siquiera mirarle, se dio vuelta, y se unió al grupo que estaba
corriendo, comenzando a hacerlo ella también.
Peter, sin entender aun menos
nada, negó con la cabeza, tardando un poco en reaccionar, y al hacerlo, se echó
a correr detrás de ella.
-Eh, La, pará, ¿qué te pasa?
-Nada, ¿por? –contestó seria
y seca, aligerando el paso
-Ah, no sé…
-Preguntale a tus amigas,
seguro saben –le interrumpió, aligerando más el paso, dejándole atrás.
Peter abrió más los ojos,
poniéndolos en blanco, y volvió a aligerar poniéndose a su altura
-Lali, no sé que viste, pero
no es lo que estás pensando –intentó aclarar, aunque costase bastante hablar y
correr a su paso a la vez –La, son solo amigas
-Nadie te preguntó, además no
me importa
Peter suspiró, y aligeró más
aun el ritmo, dejándola atrás, corriendo delante de ella y dándose la vuelta,
para correr de espaldas y así mirarla.
-¿Celosa? –sonrió comprador
-¡Ja! –fue lo único que
exclamó, intentando adelantarle, por un lado o por el otro, pero sin
conseguirlo
-¿Y si no lo estás por qué me
armás esta escena de celos? –insistió él, con aquella misma diversión y
satisfacción en sus palabras
-Alo mejor es porque no me
van los tipos que una noche me besan y me hacen creer que hay algo, y luego
ande con toda la que se le ponga por delante –Le guiñó un ojo, sonriendo con
ironía
-Pero, La –suspiró pasándose
las manos por la cara –vos sos la única que…
-Que…¿qué? –insistió, notando
el silencio del morocho. Apretó los labios y asintió
-Pero es que, La ¿qué querés
que no me relacione con nadie? ¿por un beso? ¡Ni siquiera somos nada para que
te pongás así por que esté con unas amigas?
Lali soltó una risa irónica,
¡buenísimo! Si le quedaba alguna duda de lo que le daba vueltas por la mente
ahora se la acababa de resolver.
-No me pongo de ningún modo,
ni estoy celosa, ¿por qué iba a estarlo? Si no somos nada, vos podés estar con
quien quieras, como si yo me quiero con quien quiera
-¿Sabés qué? Andáte con quien
quieras, me cansaste –alzó las manos, adelantando el paso, juntándose con los
chicos.
Al fin se terminó la
estupidez de correr. Aquella mañana había estado en lo cierto, era un día para
no levantarse.
La profesora hizo los grupos,
y dividió la pista con los conos, para comenzar a realizar los distintos
deportes.
Lali esperaba, mientras
empezaban a jugar y no, lo único que quería era salir ya de allí, y que
terminase aquel día.
-A la rubia ya se la comió, y
la historia que tuvo con las dos morochas dudo que quieras escucharla
Lali se sobresaltó al
escuchar aquella voz hablándole. Se giró para encontrarse con Mélodi, que la
miraba con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Lo que faltaba ya!
-¿Y a mi que me importa?
-Debería, o quizás no
-¿A qué te referís?
-Y…es obvio, un chico como
Peter no se va a conformar con una chica sola, vos viste lo que es –la miró
como si fuese obvio –Si querés estar con él, te vas a tener que acostumbrar a
no ser la única, a compartir
Peter estaba al final de la sala,
boludeando con los chicos con un balón, creyéndose los futbolistas, nada nuevo
para ellos en una clase de gimnasia. Cuando de pronto cada vez quedaban más
chicos allá.
-Peter, deberías venir a ver
esto –le interrumpió Pablo, en medio de su juego.
Peter dejó de prestarle
atención a la pelota, para darse cuenta que toda el aula estaba vacía, y toda
la gente estaba concentrada en el final. Miró a Pablo, arrugando la frente sin
entender nada, aunque algo le decía que seguro no se trataba de nada bueno.
Aligeró su paso, hasta llegar
a la gran bulla, intentó avanzar en medio de esta, hasta que al final, pudo
acabar asomando la cabeza al otro lado, a aquello que todos miraban tan
entusiasmados, para verse a Lali y Mel rodando en el suelo, agarradas de los pelos.
No se pensó dos veces el
meterse en medio, a pesar de las protestas de todos los que estaban alrededor,
y tras varios intentos consiguió agarrar a Lali por la cintura y alzarla en el
aire. ¿Cómo cabía tanta fuerza en algo tan chiquito? Apretó los brazos
alrededor de esta, e intentó mantener el equilibrio para no acabar los dos en
el suelo, pues era difícil con la morocha pataleando en el aire y lanzando
puñetazos y arañazos a este. Ambas seguían gritándose, y diciéndose de todo.
-¿Podés parar? –le gritó a
Mélodi enfurecido -¡Y vos también! –le gritó esta vez a Lali
Peter salió con Lali, para
curarle las heridas, aquellas producidas por los arañados, que ahora cubrían
los brazos y cuello de la morocha. Ya fuera, se sentó en uno de los bancos y la
obligó a sentarse sobre sus piernas. Lali no protestó, ni dijo nada, ni hizo
nada, aun seguía bastante agitada, con una mezcla de sentimientos de furia y
ganas de llorar. Intentaba no hacerlo, como lo había intentado dentro en medio
de aquella pelea. Había sido la primera pelea de su vida, ni siquiera sabía que
le había pasado para llegar a eso, y ahora se sentía mal, una angustia enorme
le ataba el pecho.
Peter ni siquiera la miró a
los ojos, llevó sus manos a su pelo, acariciándolo con cuidado, dejando cada
mechón en su lugar de siempre. Al acabar con el pelo dejó un beso sobre su
hombro. Lali se tensó poniéndose rígida.
-¿Estás bien? –susurró desde
ahí, mirándola con la barbilla apoyada en su hombro
Ella seguía sin mirarle,
simplemente asintió con la cabeza. Entonces se llevó dos de los deditos a los
ojos, haciendo como si les picasen para secarse las lágrimas que amenazaban con
salir.
Peter la observó, y suspiró.
Sacó el bote de agua
oxigenada, y vertió un poco sobre un algodón. Llevó la otra mano a su brazo y
acarició las marcas de arañados con esta mano, antes de pasar el algodón húmedo
por las heridas.
Lali hizo un sonidito de
dolor, y se mordió el labio, entonces él empezó a soplar sobre las heridas.
La morocha bajó la vista,
aprovechando que él estaba concentrado en sus heridas, para mirarle.
Él seguía concentrado,
pasando aquel algodón con sumo cuidado sobre cada herida de esta, hasta que
notó como le miraba. Subió la vista a ella, y llevó la mano hasta su cara,
deslizándola por esta, y bajándola, acariciando los pequeños arañones que se
marcaban enrojecidos en su cuello.
-¿Querés que me vaya? Puedo
decirle a Cande, o alguna de las chicas que venga
Ni siquiera lo pensó, cuando
negó con la cabeza. Él sonrió, y volvió a centrar la vista en sus heridas, esta
vez en su cuello. Deslizó la manito por este un par de veces más, antes de
pasar el algodón por este, pero al escuchar el sonido de dolor de Lali paró
-¿Te duele? –preguntó,
mirándola de nuevo, con preocupación
-Solo un poco
Peter asintió, y deslizó el
algodón más despacio sobre estas, pero al escuchar sus quejas de nuevo, se
acercó un poco, y besó su cuello, dónde estaban las heridas.
Lali se encogió, notando como
toda su piel se erizaba.
me encantooooooooooooooo!!!!! @mikamilone
ResponderEliminarBUENISIMO, SUBI MAS CUANDO PUEDAS
ResponderEliminarQue Lindo Que Escribes Amiga, Sube Mas Novela
ResponderEliminarAIIIIIIIIIIIIIIII DHYHSDAYUDHGASYUDHYUASHDYSAUDHUYSAD POBRESITA LALI, QUE TIERNO PETER,MELODY SADUS LA ODIO , SUBI MAS
ResponderEliminarMe encantaa , segui subiendoooooooooooooooo ♥
ResponderEliminaramo amo amooooooooooooooooo! este Peter, nos va a volver locas ehhh! espero mas :D
ResponderEliminarno se si matarlo a peter x estar con las minas esas o quererlo por este gesto
ResponderEliminarme gusta la noveeeeeeeeeeeeeeee
besos
Me dan ganas de matar a peter no puede ser tan zapallo !!!!
ResponderEliminarY por momentos es re tierno
Me encanta la nove
besoss
leti2311
Me enecanto, porfabor sube mas!!
ResponderEliminarDebo de ser la única que no lo quiso matar a Peter, no sé porqué será (?) JAJAJAJA. Igual, si hay una parte que destacar, me quedo con el final o con la 'charlita' corriendo; nah, con el final ♥
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