lunes, 11 de junio de 2012

Capítulo 18






Miércoles temprano, el día empieza con una dura y difícil clase de gimnasia. Con una fuerte lluvia fuera y un terrible frío dentro de aquel enorme gimnasio del polideportivo al que iban cuando llovía.
Correr es la solución para entrar el calor, era la frase favorita de la profesora, aunque lo que realmente quería decir, correr, descanso para mí, tortura para vosotros. ¿Por qué correr? ¿y a esa hora? No tenía ni que ser bueno para la salud.

Cuando aquella mañana Lali vio la lluvia por la ventana, decidió directamente ni levantarse. Pero las sábanas que cubrían su cabeza fueron arrebatadas por sus amigas, las que, arrastras la habían acabado llevando hasta allí. Estaba casi más dormida que despierta, abrazada desde atrás a su amiga Candela que tiraba de ella, mientras esta tenía la cabeza hundida en su espalda, con los ojos cerrados, en un intento de seguir durmiendo.

-¿Me explicáis algo? ¿Por qué tanto empeño en venir? –preguntó a regañadientes

Algunas se rieron mientras pararon, señal de que ya estaban allá.

-Por esto –inquirió Candela

Entonces Lali, hizo su esfuerzo en levantar cabeza, para encontrarse con aquello.
Aquel no era el patio del colegio dónde estaban ellas, y el resto de la clase, aquello era un gimnasio como dios manda, no solo con los colegios que acababan allá haciendo gimnasia por no poderla hacer en sus respectivos sitios por la lluvia, si no que había gente de fuera. ¡Y que gente!

-Estos son hombres, no lo que hay en clase –sonrió Euge, poniéndose alado de sus amigas, observando el panorama.

Un ring de boxeo, máquinas, sacos, bicis… y aquellos respectivos cuerpos en estos. Cualquiera que tuviese ojos, y gusto, habría acabado con la cara de las tres chicas. Los ojos como si se fuesen a salir de sus orbitas, y más de una boca en forma de O, de ¡Oh dios mío!

-¿Vamos? –preguntó Euge, sin esperar respuesta antes de adelantarse en entrar, ya centrada en un pequeño grupo en las máquinas de correr.

Lali miró algo insegura a Cande, que encogió los hombros, dejando ves una sonrisa de lado, la cual se borró al encontrarse una imagen que no le gustó para nada, a un lado algo más atrás de su amiga.

-Eh, si, vamos mejor –insistió, con algo de prisa tirando de su amiga

Lali arrugó la frente al notar el cambio en su amiga, y como prácticamente tiraba de ella, pero con la mirada clavada en otro lado. Entonces fue cuando se encontró con la escena, al llevar la vista a dónde la tenía su amiga.

La cara de Lali cambió por completo, una inmensa furia le entraron de repente, un raro instinto asesino le recorrió su cuerpo cuando se encontró con que no solo ellas parecían haberse fijado en los chicos de allá, si no que los chicos de su clase también habían encontrado nuevas amigas al parecer, y en concreto, cierto morocho, que estaba sentado en un banco, con una rubia impresionante sentada sobre sus piernas, y tres morochas más a su alrededor. Algo le decía que justamente de matemáticas no andaban hablando, quizás eran las risas, los mimitos en el pelo, o aquella forma de comer con la mirada.

Ni siquiera le dio tiempo a decir nada, ni siquiera escuchó las palabras de su amiga, cuando sonó el pitido de la profesora. ¡Buenísimo! Como si no fuese poco, aun tenían que dar la estúpida clase.

Salieron de las sala de máquinas y entraron a una enorme pisa de atletismo cubierta. Imitó a su profesora a la misma vez que estaba soltaba la misma frase de siempre sobre correr, y bufó al final. Las chicas la miraron arrugando la nariz y riendo, hasta que la profesora las mandó a callar.

Lali suspiró, y comenzó a estirar, preparándose para comenzar la tortura de aquella asignatura. Algo alejada de las chicas, con pocas ganas de entrar en sus charlas, al menos no ahora.
Estaba muy sumergida en sus pensamientos, tanto que no salió hasta que sintió como unos brazos rodeaban su cintura por atrás, y un beso se depositaba en su mejilla. No tenía que pensar mucho para saber quien era, reconocería sus manos, su olor y sus labios en cualquier parte del mundo.

-Buenos días, linda –susurró a su oído, con una sonrisa de las suyas en su cara.

Apartó la cara con brusquedad, llevando las manos sobre las suyas y sacándoselas de encima.
Peter arrugó la frente, con confusión ante aquella reacción de la morocha.

-Epa! ¿Qué pachó? –preguntó con diversión, poniéndose delante de ella

Pero no obtuvo respuesta. Lali, sin ni siquiera mirarle, se dio vuelta, y se unió al grupo que estaba corriendo, comenzando a hacerlo ella también.
Peter, sin entender aun menos nada, negó con la cabeza, tardando un poco en reaccionar, y al hacerlo, se echó a correr detrás de ella.

-Eh, La, pará, ¿qué te pasa?

-Nada, ¿por? –contestó seria y seca, aligerando el paso

-Ah, no sé…

-Preguntale a tus amigas, seguro saben –le interrumpió, aligerando más el paso, dejándole atrás.

Peter abrió más los ojos, poniéndolos en blanco, y volvió a aligerar poniéndose a su altura

-Lali, no sé que viste, pero no es lo que estás pensando –intentó aclarar, aunque costase bastante hablar y correr a su paso a la vez –La, son solo amigas

-Nadie te preguntó, además no me importa

Peter suspiró, y aligeró más aun el ritmo, dejándola atrás, corriendo delante de ella y dándose la vuelta, para correr de espaldas y así mirarla.

-¿Celosa? –sonrió comprador

-¡Ja! –fue lo único que exclamó, intentando adelantarle, por un lado o por el otro, pero sin conseguirlo

-¿Y si no lo estás por qué me armás esta escena de celos? –insistió él, con aquella misma diversión y satisfacción en sus palabras

-Alo mejor es porque no me van los tipos que una noche me besan y me hacen creer que hay algo, y luego ande con toda la que se le ponga por delante –Le guiñó un ojo, sonriendo con ironía

-Pero, La –suspiró pasándose las manos por la cara –vos sos la única que…

-Que…¿qué? –insistió, notando el silencio del morocho. Apretó los labios y asintió

-Pero es que, La ¿qué querés que no me relacione con nadie? ¿por un beso? ¡Ni siquiera somos nada para que te pongás así por que esté con unas amigas?

Lali soltó una risa irónica, ¡buenísimo! Si le quedaba alguna duda de lo que le daba vueltas por la mente ahora se la acababa de resolver.

-No me pongo de ningún modo, ni estoy celosa, ¿por qué iba a estarlo? Si no somos nada, vos podés estar con quien quieras, como si yo me quiero con quien quiera

-¿Sabés qué? Andáte con quien quieras, me cansaste –alzó las manos, adelantando el paso, juntándose con los chicos.

Al fin se terminó la estupidez de correr. Aquella mañana había estado en lo cierto, era un día para no levantarse.
La profesora hizo los grupos, y dividió la pista con los conos, para comenzar a realizar los distintos deportes.
Lali esperaba, mientras empezaban a jugar y no, lo único que quería era salir ya de allí, y que terminase aquel día.

-A la rubia ya se la comió, y la historia que tuvo con las dos morochas dudo que quieras escucharla

Lali se sobresaltó al escuchar aquella voz hablándole. Se giró para encontrarse con Mélodi, que la miraba con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Lo que faltaba ya!

-¿Y a mi que me importa?

-Debería, o quizás no

-¿A qué te referís?

-Y…es obvio, un chico como Peter no se va a conformar con una chica sola, vos viste lo que es –la miró como si fuese obvio –Si querés estar con él, te vas a tener que acostumbrar a no ser la única, a compartir

Peter estaba al final de la sala, boludeando con los chicos con un balón, creyéndose los futbolistas, nada nuevo para ellos en una clase de gimnasia. Cuando de pronto cada vez quedaban más chicos allá.

-Peter, deberías venir a ver esto –le interrumpió Pablo, en medio de su juego.

Peter dejó de prestarle atención a la pelota, para darse cuenta que toda el aula estaba vacía, y toda la gente estaba concentrada en el final. Miró a Pablo, arrugando la frente sin entender nada, aunque algo le decía que seguro no se trataba de nada bueno.
Aligeró su paso, hasta llegar a la gran bulla, intentó avanzar en medio de esta, hasta que al final, pudo acabar asomando la cabeza al otro lado, a aquello que todos miraban tan entusiasmados, para verse a Lali y Mel rodando en el suelo, agarradas de los pelos.

No se pensó dos veces el meterse en medio, a pesar de las protestas de todos los que estaban alrededor, y tras varios intentos consiguió agarrar a Lali por la cintura y alzarla en el aire. ¿Cómo cabía tanta fuerza en algo tan chiquito? Apretó los brazos alrededor de esta, e intentó mantener el equilibrio para no acabar los dos en el suelo, pues era difícil con la morocha pataleando en el aire y lanzando puñetazos y arañazos a este. Ambas seguían gritándose, y diciéndose de todo.

-¿Podés parar? –le gritó a Mélodi enfurecido -¡Y vos también! –le gritó esta vez a Lali

Peter salió con Lali, para curarle las heridas, aquellas producidas por los arañados, que ahora cubrían los brazos y cuello de la morocha. Ya fuera, se sentó en uno de los bancos y la obligó a sentarse sobre sus piernas. Lali no protestó, ni dijo nada, ni hizo nada, aun seguía bastante agitada, con una mezcla de sentimientos de furia y ganas de llorar. Intentaba no hacerlo, como lo había intentado dentro en medio de aquella pelea. Había sido la primera pelea de su vida, ni siquiera sabía que le había pasado para llegar a eso, y ahora se sentía mal, una angustia enorme le ataba el pecho.
Peter ni siquiera la miró a los ojos, llevó sus manos a su pelo, acariciándolo con cuidado, dejando cada mechón en su lugar de siempre. Al acabar con el pelo dejó un beso sobre su hombro. Lali se tensó poniéndose rígida.

-¿Estás bien? –susurró desde ahí, mirándola con la barbilla apoyada en su hombro

Ella seguía sin mirarle, simplemente asintió con la cabeza. Entonces se llevó dos de los deditos a los ojos, haciendo como si les picasen para secarse las lágrimas que amenazaban con salir.
Peter la observó, y suspiró.

Sacó el bote de agua oxigenada, y vertió un poco sobre un algodón. Llevó la otra mano a su brazo y acarició las marcas de arañados con esta mano, antes de pasar el algodón húmedo por las heridas.
Lali hizo un sonidito de dolor, y se mordió el labio, entonces él empezó a soplar sobre las heridas.
La morocha bajó la vista, aprovechando que él estaba concentrado en sus heridas, para mirarle.
Él seguía concentrado, pasando aquel algodón con sumo cuidado sobre cada herida de esta, hasta que notó como le miraba. Subió la vista a ella, y llevó la mano hasta su cara, deslizándola por esta, y bajándola, acariciando los pequeños arañones que se marcaban enrojecidos en su cuello.

-¿Querés que me vaya? Puedo decirle a Cande, o alguna de las chicas que venga

Ni siquiera lo pensó, cuando negó con la cabeza. Él sonrió, y volvió a centrar la vista en sus heridas, esta vez en su cuello. Deslizó la manito por este un par de veces más, antes de pasar el algodón por este, pero al escuchar el sonido de dolor de Lali paró

-¿Te duele? –preguntó, mirándola de nuevo, con preocupación

-Solo un poco

Peter asintió, y deslizó el algodón más despacio sobre estas, pero al escuchar sus quejas de nuevo, se acercó un poco, y besó su cuello, dónde estaban las heridas.
Lali se encogió, notando como toda su piel se erizaba.

10 comentarios:

  1. me encantooooooooooooooo!!!!! @mikamilone

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  2. BUENISIMO, SUBI MAS CUANDO PUEDAS

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  3. Que Lindo Que Escribes Amiga, Sube Mas Novela

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  4. AIIIIIIIIIIIIIIII DHYHSDAYUDHGASYUDHYUASHDYSAUDHUYSAD POBRESITA LALI, QUE TIERNO PETER,MELODY SADUS LA ODIO , SUBI MAS

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  5. Me encantaa , segui subiendoooooooooooooooo ♥

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  6. amo amo amooooooooooooooooo! este Peter, nos va a volver locas ehhh! espero mas :D

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  7. no se si matarlo a peter x estar con las minas esas o quererlo por este gesto
    me gusta la noveeeeeeeeeeeeeeee
    besos

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  8. Me dan ganas de matar a peter no puede ser tan zapallo !!!!
    Y por momentos es re tierno

    Me encanta la nove

    besoss
    leti2311

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  9. Me enecanto, porfabor sube mas!!

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  10. Debo de ser la única que no lo quiso matar a Peter, no sé porqué será (?) JAJAJAJA. Igual, si hay una parte que destacar, me quedo con el final o con la 'charlita' corriendo; nah, con el final ♥

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