Capítulo 22

-¿Muy interesante la clase, no señorita Espósito? –dijo en profesor

Cuando Lali alzó la cabeza, estaba justo pegado a su mesa con la mano extendida. ¡Buenísimo!

Suspiró y le tendió el cel, siguiéndolo con la mirada hasta ver como lo guardaba en el primer cajón de su escritorio.

La mañana transcurrió, de forma eterna, en la que cada minuto parecía una hora. Al fin un cambio de clase algo más largo. Su mirada volvió a clavarse en el cajón cuando el profesor salió de la clase.

-No es el mejor momento ahora

Se giró al escuchar aquella voz, sentándose apoyada en la pared, viendo a Benjamín sentado en la mesa de detrás suyo, que estaba hablando con los demás chicos. Encogió los hombros de forma indiferente.

-Puedo ayudarte a recuperarlo, si querés

-No necesito ayuda

No era una buena mañana, y era algo que estaba siendo notable. Por lo general solía ser amable, aunque no tuviese un buen día, pero aquello, aquel día superaba todo.

-¿Me querés explicar que significa esto?

Escuchó otra voz, detrás de ella, y al girarse al otro lado se topó con Peter, con el móvil alzado, y con la misma expresión en la cara que la del profesor cuando la pilló. O bueno, quizás algo peor.

Lali encogió los hombros y se giró al otro lado, como si estuviese muy pendiente de la charla del grupito.

Peter resopló, echando un instante la cabeza hacia atrás. Si había algo por encima de todo que no soportaba, era que lo ignorase.

-¿Se puede saber que “hice” ahora? –Cruzó los brazos, al notar como su silencio continuaba - ¿No me pensás hablar, tampoco?

Lali ni se giró, por el contrario pasó su brazo por el de Benjamín, el cual reaccionó cual perro al que le acariciaban la cabeza

- ¿Cómo era esa ayuda que me ibas a dar, Benshu?

-¡Buenísimo! –se pasó las manos por la cabeza, soltando un bufido -¿Sabés qué? Me cansaste, hacé lo que quieras ¡histérica!

Lali, en su intento de seguir con aquella indiferencia, aunque sin prestarle mucha atención al plan que el otro le estaba planteando, siguió a Peter con la mirada viéndole salir de la clase.

Las tres siguiente horas, pasaron más lentas aun que las anteriores, pero por fin habían terminado. Todos salieron, y cuando el profesor salió y cerró la puerta, tanto ella como Benjamín lo siguieron con la mirada hasta verlo desaparecer.

-¿Me explicás como vamos a entrar ahora?

-Con esto –respondió él sacando una llave

-Pero…¿de dónde la sacaste?

-¿Querés recuperar tu cel o no?

Ella asintió con la cabeza, viendo como él abría la puerta.

-Pues dejá las preguntas, y date prisa, vamos…

Lali miró hacia dentro, y después hacia él, quedándose parada en la puerta, con la vista fijada en la llave, confiaba en él, sí, pero había algo en el fondo que le decía que quizás aquello no era tan buena idea.

-No…

-¿No? ¿cómo que no? Dale vamos –insistió empujando de ella hacia dentro

-No, no, porque así, así nos pueden ver –Arrugó la frente al pensar aquellas palabras, y negó con la cabeza –digo, si te quedás fuera, podés avisarme si vienen, me encerrás y si se acerca alguien esto estará cerrado

Dudó un instante, sobre la idea de la morocha, pero para cuando quiso decir algo más, ya tenía la puerta cerrada en sus narices

-Buenísimo –murmuró apoyándose de espaldas a la puerta

-¿Dónde está Lali?

Se escuchó una voz al otro lado. Cuando Benjamín se giró, una sonrisa burlona apareció en su cara

-Ei, Peter, hola, ¿qué tal? ¿todo bien? ¿la cara y eso? Después de semejante corte de rostro –comentó entre risas, haciendo amage de rozarle la cara

La cara de Peter, no mostraba la misma diversión que la suya, menos por la brusquedad con la que se apartó, y agarró su mano

-¿Está dentro? Abrime

-No está visible ¿viste? –soltó su mano, con la misma brusquedad que el otro la había agarrado- Dale tiempo a que se termine de vestir –bromeó cruzando los brazos y echándose sobre la puerta, aun entre esas risas –Además, dudo que quiera verte, tuviste tu oportunidad, y la jodiste, ahora es mi turno

-¿Querés que te borre esa risa de una trompada? –alterado, agarró el cuello de su camisa, apretándolo contra la puerta

-Eh, eh, pará, no creo que te convenga hacerme nada, o ya olvidaste de quien soy hijo, dudo que quieras irte unos diitas a casa, seguro que a la abu no le gustaría nada

Peter y Benjamín habían estado juntos en aquel colegio desde que eran unos críos. Cuando uno es chico, juega, se pelea, y se vuelven a amigar, pero a medida que pasan los años cada uno va tomando su camino, unos se decantan por unos valores, por unos amigos, y otros se decantan por otros. Pero el hecho de que el rubio hubiese sido toda la vida un garca, que si tenía la oportunidad por su beneficio propio no dudaría en joder a quien fuese, era un detalle que a penas le había importado, por lo general siempre había pasado bastante del tema, hasta que tocaba dónde no debía tocar, como ahora.

Peter resopló, y le dio un puñetazo a la puerta, mordiendose después el labio y alejándose de ahí

-Mejor así –le guiñó un ojo –Además de mentiroso, violento, y la interminable lista que por suerte, ya no va a conocer, no sos nada Lanzani, un pendejo que ni tiene ni vale nada

-¿Es lindo soñar, no? –sonrió Peter de lado –vos seguí soñando, y yo sigo en mi realidad –le dio una palmadita en el pecho, dando un par de pasos alejándose de ahí

-¿Qué realidad? –preguntó Benjamín tras unos segundos de silencio

-Ella –se giró, mirándole con esa misma sonrisa canchera –Ella es mi realidad, y yo soy la de ella. Y no sabés el fuego que tiene esa realidad –le guiñó un ojo –Y aunque nos peleemos, y la realidad sigue siendo la misma, y esa realidad es que vos no sos más que un simple pañuelo, que tarde o temprano acabará en su lugar, la basura