Capítulo 26

Por más grande que aquel colegio fuese, parecía encontrar un huequito para estar a solas. Cafetería, pasillos, jardines, patios, incluso tejado ¿en todos lados tenía que haber alguien? Al final la mejor idea fue la primera que se le vino a la mente, los dormitorios; total, ¿Quién iba a ir al cuarto a aquella hora?

Por otra parte, Lali casi agradecía que en cada lugar que se quedaban a solas, no tardaba mucho en aparecer alguien, cada día se le hacía más difícil frenarle los pies al morocho, que por momentos parecía poseído.

En todo el camino que había estado, prácticamente tirando de ella, hasta el cuarto, Lali había intentado las mil y una excusa para zafar de aquello, pero nada sonó lo suficientemente convincente.

-¿Y si vamos a comer alguien? –comentó Lali viendo como este cerraba la puerta, echando un vistazo a la habitación

-¿Cómer? –preguntó con diversión al girarse y mirarla, dándole la vuelta a sus palabras, llevándolas a su terreno, aunque simplemente fuese -¿Tenés hambre? –preguntó bromeando, mientras se acercaba a ella

-No me jodás, Peter –rodó los ojos, dándole un pequeño empujoncito con las manos

Peter soltó una carcajada, y agarró sus muñecas cuando le empujón, tirando de ella hacia él, besándola sin aviso, y aunque a ella le pillase desprevenida, no pudo evitar seguir aquel beso, dejándose llevar una vez más.

-¿Y si vamos a…caminar? –murmuró ella en medio de aquel beso, hablando como podía, aunque mucho no se entendiese por culpa de los besos que él seguía dándole

Peter negó, y llevó sus manos a su cara volviendo a besarla. Y una vez más, volvió a olvidarse de todo, no podía evitar rendirse ante sus besos, no podía haber nadie en el mundo que lo hiciese. Peter la agarró por la cintura, y la subió al escritorio, para poder besarla, mejor a su altura. Pero volvió a durar menos de lo que le hubiese gustado cuando la morocha ya estaba empujándole con las manitas para separarse

-¿Y si viene alguien?

-¿Quién va a venir ahora, La? Despreocupate –movió los pulgares sobre sus mejillas, dejando un par de besos de forma tierna sobre su boca

-Pero…

-¿No querés estar conmigo, o que te pasa? –murmuró deslizando una manita por su mejilla, apartándole un mechón de pelo de la cara

-No es que no quiera estar con vos, obvio que quiero –sonrió flojito, deslizando sus manitas por su cara, y dejando un beso sobre sus labios, uno bastante distinto a los que él le daba –pero…

Entonces sintió como aporreaban la puerta. Lali dio un respingo por el sobresalto, y Peter y miró la puerta arrugando la frente, estaba claro que ¡hoy no era el día!

-No, no, nos vieron, si me ve acá el preceptor…

-Dale pichón abrí, que sé que estás ahí

-¿Nico? –Peter resopló, volviendo la vista a Lali, ayudándola a bajar –Lo echo y seguimos ¿sí? –sonrió dejando un beso sobre sus labios, después de que ella asintiese. Entonces los golpes de Nico siguieron, sería mejor que le abriese o acabaría derribando la puerta –dale, escondete debajo de la cama

Lali dudó bastante aquello, pero acabó haciéndolo, Peter abrió la puerta y Nico, seguido de su novia Eugenia, entraron al cuarto como si de su casa se tratase

-Hola ¿eh? ¿qué tal? ¿están cómodos? –preguntó Peter con ironía al verlos ya echados y a los besos sobre la cama de Pablo, alado de la suya

-Re, no sabés –le picó un ojo Nico, mientras se incorporaba, y Euge se hundía entre sus brazos

-¿Qué hacen acá?

-Eh, ¡qué mala onda! –exclamó Euge –Desde que tenés novia ni de los amigos nos acordamos, parece

-¿Qué decís de novia? –hizo un gestito con la mano, tirándose sobre su cama, con la almohada entre sus brazos, apoyó la cara en esta de lado para mirarles

-Dale no te hagás, Pablito me contó, y buéh, yo con ella no tengo secretos –encogió los hombros, besando en el cuello a la rubia, que respondió con una sonrisa y más besos sobre su cara

-Buenísimo –murmuró Peter hundiendo la cara en la almohada, se veía que el concepto secreto lo dominaban allá bastante

Lali escuchando todo desde ahí abajo, abrió los ojos como platos, ¿Pablo? ¿y ahora Nico y Eugenia? Perfecto, les faltaba colgar un cartel en la pizarra para publicarlo. Dio un puñetazo al colchón, que hizo sobresaltarse a Peter. Incorporó de nuevo la cabeza y miró de nuevo a los otros dos

-Igual, está todo bien ¿eh? Se vio lo que confiás en los amigos, pero no te hagás drama –comentó Nico, en un intento de hacerse el ofendido

-Vos mejor ni me hablés, no sos el más indicado para que te onfendás porque ‘no te conté algo’ –le miró como si fuese obvio, recordando el detallito a la playa, gracias al cual él volvió con la rubia –Y con Pablo ya hablaré yo después

-Dale no la tomés con él, si se veía venir

-¿Qué se veía venir? –preguntó con diversión, mordiéndose el labio, y haciendo un gestito con la mano

-No te hagás el tarado, que desde que esa mina apareció por acá ni vos mismo te reconocés, y nosotros, decí que te vemos en las clases, si no ya ni nos acordaríamos de tu cara

Peter soltó una risita al escucharle, apoyando la cara de lado en la almohada, abrazándola, mientras los miraba

-Pero si mirá como está, mirá esa sonrisa…

-Que le hace parecer un tarado –interrumpió Nico a su novia, con una risa burlona -¿Quién sos? ¿dónde está Peter Lanzani? ¿y el parche? ¿las minas? No podés estar de novio, vos no

-¿Qué querés que le haga? –preguntó Peter, encogiendo los hombros, sonriendo con algo de timidez –la quiero

-Nah –negó con la cabeza el rubio –¡sos un pollerudo!

-Ena-mora-do –alargó sus palabras la rubia, dándole con la mano en el pelo –acá el único tarado parecés vos; a ver si vos sonreís igual cuando te hablan de mí

-¿Ves? Solo me das problemas, hermano –negó con la cabeza el rubio, con un exagerado dramatismo

-Nah, ¿vinieron hasta acá para que los vea pelear?

-Y… para que sepás lo que te espera –encogió los hombros como si fuese obvio, pero la mano de la rubia en su cabeza hizo que volviese a sobresaltase –Igual te digo, lo mejor son las reconciliaciones –le guiñó un ojo riendo

-¿Qué tenés que hablar vos de nuestras reconciliaciones?

-Bue, todo lo que digo está mal hoy, bonita –suspiró de nuevo dramático, antes de robarle un beso –igual, a vos aun te queda bastante

-Porque no nos peleamos –comentó Peter como si fuese obvio

-Y… ponele

-Y… ponele, ¿ponele qué?

-Como te gustan las vueltas, bonito –negó ella, apoyando la cabeza en su pecho –Vinimos hasta acá porque acá Nico tenía una dudita

-Nah, ¿qué yo? Vos sos la incrédula –la acusó, apretando los brazos a su alrededor, tirando de ella encima suyo, antes de mirar a su amigo –Pablito nos contó algo, y… te conozco, ¿es mentira eso de que aun no…?

-¿Qué aun no, que? –preguntó incorporándose arrugando la frente

-Que aun no eso, ya sabés, vos me entendés –le miró como si fuese obvio –es mentira que no hubo rock

Lali puso los ojos como platos, y la boca en forma de o, incluso se dio un chocazo con la cama. Peter comenzó a toser con exageración para tapar aquel sonido

-Que bruto que sos Nicolás –negó con la cabeza –pero, ¿es verdad o no?

-Cotilla –murmuró el rubio, antes de centrar la atención en el morocho

-Bué…como ser, y… -comenzó a balbucear, dándole varias vueltas, fijando un instante la vista en el colchón, pudiendo imaginarse la cara de la morocha –es verdad

-¿Es cierto? ¿Aun no te acostaste con ella? –exclamó alzando la voz, a lo que como reacción le calló otro manotazo de su novia, y un cojín que voló desde la otra cama a su cara. Nico miró a ambos con cara de pocos amigos

-¿Qué tiene?

-¿Qué que tiene? ¿Quién sos? –hizo un gesto con la mano, mirándole con seriedad – Si lo máximo que estuviste vos sin sexo fue cuando estabas tan enfermo que no eras capaz de moverte en la cama, y cuando te sentiste un poco mejor ya…

-Ya, ya me acuerdo –interrumpió Peter con rapidez –Esta vez es distinto –encogió los hombros, intentando quitarle importancia.

-Nah, no te creo, no quiero creerte –siguió negando Nico

-Yo te dije –siguió la rubia –te dije que ella tenía cara de… -ladeó la cabeza, como si fuese obvio, dejando sus palabras en el aire

-Y yo que pensé que estabas tan loco por ella porque sería un fuego en la cama –entonces sintió un puletazo en el estómago -¿Qué? ¿todo lo que digo está mal? y sí, eso pensé. No es que tenga nada de malo, yo a Lali la re quiero, ¡ojos como amiga! –aclaró mirando a ambos –es una mina de fierro como ninguna, pero desde que la conocí pensé que era eso, ¡así son todas como ellas! Todas las chetas van de nenas bien, y luego son las más perras

-Se está sorteando un billete para salir volando por la ventana, así que rubia o le das vos, o tendrás que ir a verlo al hospital –murmuró Peter, tomando aire, e intentando mantenerse lo más civilizado posible

-Sos un bruto, Nicolás –negó con la cabeza, suspirando

Nico miró a ambos como si ellos fuesen los locos, que para él lo eran, más como habían sido en el grupo siempre, siempre habían hablado así de las minas, sin filtro, no entendía dónde estaba lo malo, y tampoco dónde estaba lo malo en que lo viese raro. Conocía a Peter desde que eran unos pendejos, y desde entonces no lo recordaba más de tres días con la misma mina, o eran tres días para disfrutarla hasta que se cansaba, o tres días de insistencia y si no conseguía nada, a paseo.

-Nah, están los dos locos –negó con la cabeza –Vos, porque sos una mina, pero vos –miró a su amigo, negando con la cabeza –No van a durar nada

-Que mala onda que sos, bonito

-No es mala onda, vos lo conocés tanto como yo, no va a ser capaz de serle fiel, nunca fue capaz por más que le gustase una mina, y por más loco que la petiza lo esté volviendo, te conozco lanzani, no vas a durar si te sigue manteniendo a pan y agua, ¡sabelo!

Desde que empezó a decir aquello, o más bien desde mucho antes la cara de Peter había ido empeorando, y adquiriendo una expresión un tanto asesina, que a medida que siguió empezó a hacerle gestos con cara y manos para que se callase y la cortase. Pero no lo hizo. Peter resopló y se dejó caer en la cama resoplando.

-¿Qué dije ahora de malo?

Entonces un grito se escuchó salir de debajo de la cama, y seguido una cucaracha de debajo de la cama. Los tres se sobresaltaron. Y detrás de la cucaracha la morocha salió a gran velocidad de debajo de la cama, subiéndose en la cama de Peter y pegando saltitos con una expresión de asco. Paró cuando notó como la mirada de los dos rubios, que tenían el rostro pálido como si acabasen de ver un fantasma

-¿Todo bien Nicolás? –le guiñó un ojo, con una enorme falsa sonrisa –Euge –la miró y la saludó sonriendo, algo más amigable.

-Nah, soy un pelotudo –murmuró Nico, dándose un cabezazo con la pared

-Re, pelotudo

Lali se dejó caer en la cama, sentada con las piernas de lado, y echándose algo sobre Peter que estaba tumbado, apoyado de lado en la cama. Este la rodeó con uno de sus brazos, y se apoyó en el otro para incorporarse un poco, para acercarse al brazo en el que ella estaba apoyada, y dejar un beso en este antes de volverse a dejar caer en la cama. Peter miró a Nico, y negó con la cabeza

-¿Qué me mirás así? Tan poco dije nada malo

-Dejalo ya Nicolás –contestó Euge

-Todos en mi contra, buenísimo –suspiró con dramatismo, mirando a Lali -¿sabés qué? Hacés muy bien, no te acostés con él, dejalo a pan y agua, que se joda

Un silencio se hizo en la habitación, y Lali llevó la vista a Peter, y él le hizo un gestito con la mano para que no lo tomase en cuenta.

Nico tenía su imagen clavada en la escena, cualquiera diría que estaban hablando por cómo se miraban, que no necesitasen palabras para entenderse

-¿Qué hiciste petiza? ¿con qué lo engañaste? Me lo cambiaste, esto no te lo voy a perdonar, este no es mi amigo

Lali miró a Nico sin entender nada, y menos aun cuando vio que la rubia se reía, y seguido su novio también. Llevó la vista a Peter, y él con una sonrisa divertida, la abrazó un poco más fuerte contra él

-No la jodás, Nico –murmuró Peter

-No lo tomés enserio Lali –continuó Euge –está celoso de que su amigo ahora no le de ni la hora, ni quiera salir a piratear ya con él

-Eh, eh, yo no pirateo, yo solo lo acompañaba –alzó las manos en un gesto lleno de inocencia, que acabó en un beso

Lali los miró sin entender nada, tan rápido se estaban peleando, como besando, ¿cómo saber cuando estaban bien o mal de verdad? Eran un caso.

-Siempre son así –murmuró Peter desde abajo –en el fondo se quieren –continuó con diversión, riendo un poco y parando después, quedando en una simple sonrisa –pero no tanto como yo a vos

Lali bajó la vista a él, tumbado alado suyo, y sonrió con cierta timidez, era incapaz de mirarle a la cara sin recordar todas las palabras del rubio, y sentir un nudo en el estómago, ¿y si tenía razón? ¿y si la engañaba? O ¿y si no era capaz de estar con ella si no hacían nada? ¿tendría futuro aquello o acabaría cansándose?