Capítulo 34

El sol pegaba fuerte en la hora de recreo a todo el patio; en días normales aquel sitio estaría lleno de chicos jugando al balón, corriendo o peleando, aquel día lo único que había era un montón de gente, agrupadas como moscas en los primeros huequitos de sobra que encontrasen. El verano estaba ahí, y se notaba, el calor cada vez era más insoportable, y nadie veía la hora de que acabase ese mes y comenzasen las vacaciones de verano.

Peter Lanzani se mojó la cabeza en le fuente, y echando la cabeza hacia atrás soltó varias gotitas mojando todo el alrededor. Se sacudió el pelo con la mano, para despeinarlo un poco más y que quedase como de costumbre. Se colocó la mano sobre los ojos y miró al cielo, con los ojos achinados, y después echó un vistazo al patio, y al resto de gente. Había estado pensado bastante en aquella palabra. Verano. Por una parte deseaba que llegase, pero por otra, hacía que sintiese algo de miedo. Tres meses eran mucho tiempo, y todo podía cambiar mucho; había pensado ir de vacaciones con su abuela y Ceci, invitar a Lali a ir con ellos, pero no la dejarían, además ¿de dónde pensaba sacar el dinero? Si aun le debía a su hermana del regalo que le hizo para su cumpleaños.

Negó con la cabeza, prefiriendo sacarse todo aquello de dentro; total, aun quedaba un mes, y de aquí a entonces aun podían pasar muchas cosas.

Miró el reloj, y volvió a echar un vistazo al patio, ¿dónde se había metido? Se suponía que habían quedado en salir, desayunar juntos, pero la puntualidad no era una de las grandes virtudes de la morocha, y era algo que ya tenía aprendido bastante bien. Se sentó en el bordillo, y miró el celular.

Al poco tiempo, una voz no muy lejos de allí le hizo salir de aquel cuelgue que tenía con el celular. Alzó la vista, y en un primer momento su mirada se clavó en la petiza, desde sus sandalias, pasando por sus piernas, por aquella mini falda vaquera y aquel top turquesa cubierto por su larga melena, hasta llegar a su cara. Arrugó la frente al ver la expresión que esta tenía, cualquiera diría que había visto un fantasma.

Entonces llevó su mirada a la figura que tenía enfrente, alto, muy alto, y muy delgado, a penas tenía pelo por tener la cabeza totalmente rapada, piel pálida y cara alargada muy chupada. Iba vestido como un profesor, pero por la sonrisa insinuante y burlona que mostraba en su cara, y aquella pose de brazos cruzados y todo el peso echado sobre una pierna, le decían que no era un nuevo profesor que conoce a una nueva alumna.

Se levantó del bordillo y se sacudió el pantalón antes de andar hasta allí.

Antes de llegar la mirada de la morocha se clavó en sus ojos, y al poco tiempo la sonrisa del otro individuo se borró cuando también le miró.

Se colocó al lado de Lali, mirándola.

-¿Todo bien? –preguntó no muy convencido, llevando la mirada un instante al otro y después a ella.

Lali le miró un instante en silencio, y asintió, sonriendo algo forzado.

-Si, está todo bien –respondió no muy segura de que sus palabras fuesen convincentes- andá a la puerta, voy en un minuto –añadió rápido, casi empujándole el brazo

Peter no se movió, miró a la morocha con seriedad al notar las prisas que tenía por sacarlo del medio.

-Epa, pará un poco, no me lo voy a comer ¿eh? –bromeó el otro tipo, con una sonrisa cargada de diversión alzando las manos –Como si no me conocieses, Lalu

-¿Lo conocés?

-Mejor que a vos seguro –volvió a meterse, mirando como si fuese obvio

-¿Quién es este tipo, La? –preguntó Peter, siguiendo ignorando al otro

-No, ¿Quién sos vos? –volvió a interrumpir él, con algo más de seriedad –O más bien ¿Quién te pensás que sos para venir a meterte así dónde nadie te invitó?

Lali miraba a ambos como si de un partido de ping pong se tratase, sin saber dónde meterse en aquel momento. Jamás pensó encontrarse en una situación así, y ahora la tenía encima, de golpe.

Arrugó la frente ante aquellas dos últimas preguntas.

-Él es… -miró a Peter, y después al otro, y no soltó palabra, quiso, pero no pudo; ni siquiera entendía el porque, pero se vio bloqueada, incapaz de decir quien era cada uno de verdad.

-Su novio –intervino Peter

Entonces este dio un par de pasos más hacia Lali, y la rodeó entre sus brazos, de una forma bastante protectora, incluso poseedora. Dejó un beso en la cabeza de la morocha, antes de volver a fijar la vista en el otro.

Lali sintió un pequeño nudo en el estómago al escucharle, y apartó la vista del otro para llevarla hasta Peter. Entrecerró los ojos al sentir aquel beso, y llevó sus manos sobre las de él, entrelazándolas con las suyas antes de volver a llevar la vista al otro, y asentir con la cabeza.

-¿Tu novio? –preguntó de forma burlona

-Si, mi novio –repitió ella con seriedad

-¿Y vos sos? –volvió a intervenir Peter

-Y…hasta hace unos segundos, lo mismo que vos

Peter arrugó la frente en forma de confusión, bajando la vista a Lali un instante cuando esta se puso a toser como una enferma, y después volvió a subir la vista al otro.

-¿Qué?

-Eso, hasta unos segundos antes de que aparecieses vos, juraría que era mi novia, igual, creo que esto me hace pasar a un segundo plano, ¿ex, no Lali? –bajó la vista a ella, que parecía querer hundirse en el pecho de Peter –Que feo lo tuyo, che, primero me dejás esperándote fuera de tu casa cuando nos íbamos a fugar, después, me dejás plantado en la estación cuando supuestamente ya salías, y de última después de cambiar de número, dirección y todo, me recorro medio país para buscarte, y ni me avisaste que me cambiaste. Re, re feo

Lali apartó la vista, en cierto modo sí había sido así, pero no tan así, si justamente todo había salido así era para no tener que encontrarse con algo así, es más, para no tener que encontrarse lo más.

-¿Este es Simón? –preguntó Peter, con la misma seriedad de antes, bajando la vista a ella

-Mirá vos, ¿le hablaste de mí?

-Me habló, y no te rompo la cara a trompadas ahora mismo porque estamos dentro de un colegio

-Nah, ¿ahora te van los violentos? –volvió a preguntarle a ella, entre algunas risas, antes de mirarle a él –Dudo que te convenga pegarle a tu nuevo profesor

-¿Qué? –preguntó ella casi en un grito

-Ah, ¿no te dije? Cuando al fin me enteré de dónde estabas pedí el traslado, y mirá por dónde, me lo dieron

-Estás loco –intervino finalmente Lali -¿Por qué? ¿por qué no me podés dejar de una vez en paz?

-Porque nunca te librarás de mí, dijimos para siempre, y será para siempre; no te hagás la santita ahora delante de este, porque sabés también como yo que esto no se terminará nunca, una vez que se entra, no se sale, chiquita

-Yo ya no quiero sabes nada más de vos, ni de tu mierda; estás solo en esta, yo no voy a entrar otra vez en tus juegos

-¿Estoy solo en esta? Como nos olvidamos de las cosas ¿eh? Vos eras la que estaba sola ¿y quien estuvo con vos todo el tiempo? ¿Cuándo todos te daban la espalda? ¿Cuándo ni tu vieja te quería? ¡Vos sos la que no tenés nada ni a nadie!

Lali notó como sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas, y que el cuerpo le empezaba a temblar

-¡Por tu culpa! Vos fuiste el que me separó de todos, y me metió en esa mierda… -ni siquiera pudo terminar de hablar cuando su voz se empezó a entre cortar

Peter la giró y la abrazó contra él

-Andate de acá, y te juro que si te veo, simplemente mirándola, te mato

-¿Me vas a matar? –preguntó con diversión, moviendo las manos en el aire como si fuese señal de miedo

Peter resopló, y se mordió el labio, conteniendo todo lo que llevaba conteniendo desde que empezó aquella conversación. Tomó aire y lo soltó un par de veces. Si había algo que no soportaba, bah, a parte de las mil cosas que no soportaba, era a la gente borracha, y peor si en vez de borracha lo que está es colocada, ¿en qué mierda de colegio estaban que contrataban a un tipo así?

Lali no se inmutó, seguía con su cara hundida en el pecho de Peter, apretando los ojos, como si aquello fuese una pesadilla de la que iba a despertar. Le había costado mucho, muchísimo salir de aquello, huir de él, para ahora volver a caer de golpe. Lo peor es que sabía que tenía razón, que cada vez que estaba a punto de salir, algo pasaba, y siempre volvía a él, y esta vez lo que menos quería era eso, no quería, le asustaba, le aterrorizaba que todo aquello que ahora tenía se esfumase como el humo.

-Llorá Lalita llorá, aprovechá que tenés a alguien que te consuele ahora, pero ¿Cuánto te crees que va a durar? Al final pasará como con todos los demás, y volverás a estar sola, y solo me tendrás a mi, y tendrás que volver. Ya volverás, ya. Porque vine a buscarte, y no me voy a ir de acá sin vos – fue lo último que murmuró, antes de desaparecer de allí.