Capítulo 36

Hacía a penas unos días la mayor preocupación de Peter Lanzani era buscar dinero para poder ir de vacaciones con su novia y no tener que pasar todo el verano sin verla. Ahora, no hacía falta esperar al verano para que su preocupación le diese de golpe en la cara.

Cualquiera diría que ambos estaban en el mismo colegio, que lo único que los separaban eran unas cuentas paredes, más bien parecía que estaban en ciudades distintas, ¡estados distintos!

La última noticia que había tenido de ella fue la otra noche, cuando la llamó, pero estaba muy ocupada “después de llamo” fue lo último que escuchó de ella, y casi 24 horas después, seguía esperando esa llamada.

Pero su relación con ella no era lo único que había cambiado, el mundo, su mundo se le estaba viniendo encima, y la persona que en aquel momento más necesitaba a su lado no estaba.

Había sido muy claro cuando habló con Candela, que en aquellos días parecía una mensajera, una de dos, o su amiga se presentaba en el jardín durante la última clase, o podía olvidarse de él para siempre.

El timbre que indicaba que la última clase del día iba a comenzar sonó. El jardín poco a poco se fue vaciando, hasta que Peter se quedó solo sentando en medio de la hierba. Miró su reloj, vio a pasar minuto a minuto, y justo cuando fue a levantarse sintió que algo le caía por la espalda. Perdió el equilibrio, y si no fuese por la morocha que ahora tenía enganchada a su cuello desde atrás, abrazándole, se habría metido una buena caída.

-Hola mi amor –susurró llenándole el cuello de besos –te extrañaba

-Dejame dudarlo

Peter intentó zafar, tanto de sus brazos, como de sus besos, pero al ver que era imposible, aflojó. Suspiró, y giró la cabeza para mirarla, entonces ella le robó un beso. ¿Por qué la tenía tan fácil?

-La, pará, cortala con los besos, necesito que hablemos de algo importante, tengo que contarte que…

No pudo seguir hablando, le calló de un beso, un beso al que no pudo resistirse. Ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que le había besado así, y la había necesitado demasiado en esos días, sobre todo después de lo que había pasado.

Se separó de golpe, haciendo una mueca

-¿Estuviste fumando? –preguntó con seriedad, separándose más de ella para mirarla. Ahora entendía a qué venía lo de venir por atrás; no tuvo más que verle los ojos para darse cuenta de que no era justo tabaco lo que se había metido en el cuerpo –Buenísimo

-No, pará, no es lo que pensás, bah sí, pero… -no pudo seguir, mirarle le producía risa; no porque la situación fuese graciosa sino más bien por su estado en el que ahora todo parecía gracioso

-Salí de acá, porque para andar así, prefiero ni verte –dijo él, con seriedad y enojo, sacándole los brazos de encima con brusquedad

Lali le pasó por encima, en un intento de mantener el equilibro, terminó cayéndole encima. Peter la agarró como pudo, dejándola sentada sobre sus piernas. Resopló, pasándose una mano por la cara y después por el pelo

-Dale, no te enojés, fue una vez, una pavadita de nada –susurró acercando su cara a la suya, pero cuando fue a darle un beso este lo esquivó –fue solo por recordar viejos tiempos

-Ya… una semana llevás recordando viejos tiempos, ¿sos idiota o que te pasa Mariana? Andá, andá con tu amigo, recordá viejos tiempos, ¿no querés chapartelo también?

Lali por un instante lo miró seria, incluso en un intento de enojo, pero acabó riendo. Eso enfureció a Peter mucho más; clavó las manos en el césped, y apartó la mirada

-Andate, no quiero verte

-No seas mentiroso –le dio con el dedo en la nariz. Este abrió los ojos como platos, aun alucinando con la imagen que tenía enfrente –Se que vos también me extrañás, dale dame un besito, solo uno –levantó un dedito colocándoselo sobre sus propios labios que intentaban formar un puchero, aunque se quedaba en risa –Ya, ya fue, te juro que me pongo seria, se acabó todo, contame, para qué querías que viniese, ¿qué me querés decir?

-No te importa una mierda para lo que te hice venir ¿no?

-¿Qué decís?

-Lo que escuchás; venís escuchás mi pavada, te vas y listo, a colocarte de nuevo –resopló, apartando un instante la mirada antes de llevarla a sus ojos -¿No ves que estás volviendo a ser esa de la que tanto te arrepentias, por la que llorabas en el tejado? ¿vas a tirar todo por la borda?

-Estás dramatizando todo, ¡qué exagerado! –alzó las manos, y tragó saliva para mirarle con algo de seriedad, o al menos intentándolo –te prometo, te juro por lo que vos quieras, por lo nuestro que es lo más importante que tengo, que no voy a caer de nuevo, que no voy a arruinar esto

-¿Hablás enserio? –preguntó no muy seguro

Lali intentó asentir, pero entonces, todo se fue de nuevo a la mierda cuando en aquel intento de seriedad rompieron sus escandalosas y estridentes carcajadas.

-No pienso soportarte así; hacé lo que quieras

-Que susceptible que estás, no soportás nada, ¿para eso me hiciste venir? Dejame divertirme un rato ¡ni que fueras mi viejo!

Peter arrugó la frente, aquello era lo último que necesitaba escuchar, con eso había oido todo, o al menos eso creía. La empujó, haciéndola caer al césped, y poniéndose él de pie.

-¿Sabés qué? Alo mejor lo único que quería era verte, era pasar algo de tiempo con vos simplemente. Porque desde que tu ex apareció estoy pintado yo acá

-Sos muy injusto y lo sabés

-¿Por qué? ¿Por que te haya salido con el verso de que quiere cambiar, que quiere dejar todo, y necesita tu ayuda como “amiga”? –soltó una carcajada irónica -¡No podés ser tan ingenua! O tan estúpida, ¿no te das cuenta lo que está haciendo con vos? Está volviendo al principio, poco a poco te está separando de todo el mundo, y te está volviendo a meter en esa mierda, y lo peor ¡vos te dejás!

-Solo sabés decir pavadas, pavadas porque estás celoso de él; Simón es mi pasado, y está ahí, y siempre lo va a estar. No lo puedo, ni quiero borrarlo, con él viví los mejores momentos de mi vida, los primeros grandes momentos; los grandes recuerdos de mi vida son con él, y eso no va a haber nada ni nadie que lo cambie. Él estuvo conmigo siempre, no lo voy a dejar en banda

Un silencio inmenso se adueñó del jardín. Desde que había comenzado Peter ya había apartado la vista de ella. No articuló palabra, ni un gesto, ni una expresión en su cara, nada. Desde que había empezado aquello sabía muy bien lo que significaba, como acabaría, y ahí estaba.

-Quedate con tus grandes momentos entonces, ¿qué hacemos juntos, si él es la mejor parte de tu vida? –volvió la vista a ella, negando con la cabeza - ¿Sabés qué? Andá en medio de la carretera, y tumbate ahí, si querés, que a mi ya me va a dar igual y que te atropelle un autobús, después a mi no me vengás con nada, no me llamés, no me busqués, nada. Andate con tu amiguito –murmuró mientras se daba la vuelta y comenzaba a andar

-Pará Peter, ¡no podés ser tan pendejo! ¿cómo te vas a poner así por una pavada así? ¿enserio vamos a discutir por esto? –aligeró el paso detrás de él, agarrándole por el brazos

-Ah, mirá vos, ahora soy un pendejo, ¿a que adivino de dónde salió? –soltó su brazo de forma brusca

-Alo mejor de alguien que tiene razón; porque es así como te comportás

-Buenísimo, ya no vas a tener que soportar más a este pendejo

-¿Qué querés decir?

-¿Sos tonta ahora? –se giró para mirarla –Se acabó –Ambos se quedaron en silencio mirándose. Peter pudo sentir aquel pinchazo en su pecho no solo al pronunciar las palabras, sino al notar la lágrima que descendía por la mejilla de la morocha. Apartó la mirada, sin poder evitarlo, pasándose las manos por la cara - Tenés vía libre para volver a comenzar a rellenar esa lista de los mejores momentos de tu vida con el madurito. Ahora que te soporte él, que lo tendrá tan fácil como fumarse algo, o echarte algo a vos cuando no te quiera aguantar; yo ya soporté demasiado tiempo tus estupideces –comenzó a caminar, pero se paró en seco, aunque ni la miró –Y si querés saber para qué te hice interrumpir tu apasionante tarde para venir hasta acá, era para que supieras que mi abuela está mal; la ingresaron y está muy grabe, pero supongo que eso ya es algo que no te incumbe