Capítulo 39

Lali abrió los ojos aquella mañana; desorientada miró a todos lados sin entender qué hacía ahí, ni como había llegado hasta ahí. Bajó la vista a su ropa, que ahora tampoco era su ropa. Con su mirada siguió los brazos que ahora la estaban rodeando en un abrazo hasta encontrarse con él. Ahora sí recordaba todo.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Lali mientras observaba a la persona que amaba durmiendo a su lado, envolviéndola entre sus brazos, cuidándola y queriéndola, incluso en los momentos en que menos se lo merecía, como ahora.

Y pensar que había estado a punto de tirar todo por la borda, de perder lo que más quería, lo que más le importaba en la vida.

Se giró sobre sí misma, despacio e intentando que no se despertase. Una vez frente por frente a él, liberó una de sus manos para acariciarle la cara. ¿Podía ser alguien tan hermoso durmiendo?

Sus dedos se deslizaron por cada facción de su cara, por último, deslizó un dedito por sus labios antes de acercarse un poco a él, dejando un beso sobre estos.

Pero las cosas no podían ser así, no ahora.

Lali cerró un instante los ojos, apoyando su cara contra la de él, disfrutando unos últimos segundos de aquella paz y tranquilidad.

Abrió los ojos de nuevo, y se zafó con cuidado de sus brazos con la intención de salir de ahí, pero justo en el instante en que ya estaba sentada en el borde de la cama, dispuesta a levantarse para irse de allí, una mano sostuvo su muñeca.

Lali se giró. Peter agarraba su muñeca con una mano, con la otra se frotaba con ojos a la par que bostezaba.

Sus miradas se encontraron, y Peter tiró de ella hacia él. Lali no puso impedimento y se dejó caer de nuevo.

-Buenos dias –susurró él dejando un beso sobre sus labios, volviendo a abrazarla como si se tratase de un oso de peluche

-Buen día –contestó ella sonriendo flojito y cerrando los ojos un instante

-¿Dónde ibas tan temprano? Pasás la noche conmigo y ya me pensabas abandonar a la mañana ¿o como fue? –bromeó sonriendo con diversión

Pero por más que Lali intentó devolverle la sonrisa, la que se dibujó en su boca parecía más bien una mueca; un gesto de preocupación inundaba su cara.

-Fue un chiste, solo –alzó una manita sacándose la culpa

-Ya se que fue un chiste, te conozco muy bien tontito –sonrió rozando su nariz con la de él –pero tengo que irme

-¿A dónde?

-A un sitio

Peter arrugó la frente, sin estar muy convencido con aquella respuesta. Soltó los brazos que rodeaban su cintura, para incorporarse

-¿Tan importante es ese sitio que no puede esperar?

Lali negó con la cabeza y Peter bufó apartando la mirada

-Andá, entonces

Lali se mordió el labio, y se incorporó también, dejándose después caer sobre él.

-Será un momento, pero es algo que tengo que hacer, no puede esperar –murmuró ella dejando un par de besitos en su cuello

Peter sintió un cosquilleo recorriéndole en cuerpo, y no pudo evitar sonreír. La miró. Era increíble lo que la había entrañado, a pesar de que no hubiesen pasado nada más que unos días. Y ahora la idea de que se fuese, aunque fuese para un momento, como ella decía, parecía una tortura.

-Quedate –pidió como un nene pequeño –Es domingo, no tenemos que volver hasta la noche, podemos pasar todo el día acá, juntitos

-Eso es jugar sucio, sabelo –le acusó con un dedito, sin poder evitar sonreír después

Quiso seguir hablando, pero para entonces él ya la había besado, y había conseguido que incluso se le olvidase lo que quería decir en aquel momento.

Los brazos de Lali se deslizaron por su pecho desnudo hasta entrelazarse detrás de su cuello; los de él, recorrieron con cuidado y delicadeza cada extremo de su silueta. Poco a poco se fue dejando caer encima de ella, y no pudo evitar que la imagen de anoche se le volviese a la cabeza; había deseado mucho aquel momento, pero no así, en el estado en el que estaba ella. El estado en que ya no estaba. Las manos de Peter se quedaron en el borde de la sudadera, y con cuidado una comenzó a deslizarse por debajo de esta, acariciando su panza con sus dedos. Entonces Lali se separó

-Perdón

Lali besó sus labios

-Me tengo que ir

Peter apartó la vista y mordiéndose el labio asintió para nada conforme. Después se levantó, quedándose sentado de vuelta

-Va a ser rápido, antes de que te des cuenta me tendrás acá llenándote de besos

Esta vez Peter ni la miró, aquello le recordaba de vuelta a hacía unos días, cuando Simón apareció.

-¿Puedo quedarme con tu ropa?

Peter arrugó la frente y la miró con confusión

-Me gusta dormir con tu olor –sonrió tierna

Peter sonrió sin poder evitarlo mordiéndose el labio y asintió. Tomó su cara entre sus manos y dejó un beso sobre sus labios

-Andate ya o te juro que no pienso dejarte salir de esta casa en lo que queda de día

Lali se fue, pero Peter no se quedó conforme. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero ahí estaba.

Desde que la vio bajar del taxi desde su auto, y entrar en aquel portal, estuvo debatiendo bastante si dejarla e irse a casa a esperarla, esperar ahí o seguirla más. Al final no hizo nada.

Miró su reloj una y otra vez con impaciencia, los minutos no pasaban, pero la morocha tampoco salía de aquel portal.

Estuvo a punto de marcharse cuando vio la luz del portal encenderse. Alguien iba para abajo.

Pudo ver a Lali saliendo de allí, y detrás a ¿Simón?

Peter frunció el ceño, y ni se inmutó, observó la escena desde ahí, no sabía si hablaban, discutían o que carajo era aquello; solo sabía algo, y era que por momentos le iba gustando menos aquello, por no decir nada.

¿Qué hacia con él después de lo de la otra noche?

Entonces vio lo que menos esperaba ver. Que él la besase. Los ojos de Peter se abrieron como platos.

Cuando Simón se fue, Lali caminó hacia la carretera, en busca de algún otro taxi, lo que menos esperó fue lo que vio. La mirada de Peter desde el cristal de su auto estaba clavada en ella. Con un gesto de decepción negaba con la cabeza. Lali comprendió todo.

Cruzó la calle corriendo, a pesar de los autos. Golpeó la ventanilla, y este la abrió apartando la mirada.

Lali fue a decir algo, pero Peter la interrumpió

-¿Sos idiota, Mariana? O no ¿te pensás que soy un idiota?

Lali sintió un pinchazo en el pecho

-Pela no es lo que pensás, te lo juro, no se que viste, pero no es así…-murmuró notando que un par de lágrimas le asomaban por los ojos

-¿Qué no vi? –la miró con seriedad y frialdad –Porque vi bien, perfectamente, como esa basura te drogaba, te tenía tirada por el suelo para llevarte a su cama

-No exagerés las cosas y escuchame por favor

-¡No exagero nada! ¿no tuviste bastante con acabar así anoche que volvés a buscarle? ¿qué tenés en la cabeza? ¿sos tonta?

Lali comenzó a llorar más

-Mi amor, de verdad, no es lo que vos pensás

-¿Sabés que habría pasado si yo no te hubiese llevado conmigo anoche? ¿lo sabés? ¿o tengo que recordarte lo que me pediste en el baño?

Lali agachó la cabeza, y se llevó las manos a la cara intentando dejar de llorar

-Escuchame, escuchame por favor

-No te escucho nada, ya te escuché demasiado anoche y te creí como un idiota, ya no te pienso escuchar más

-Mi amor…

-Andá arriba, andá tomensé algo juntos, que llame también a los amigos de anoche, y la sigan donde yo la corte